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Hace unos meses, el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, avisó en una entrevista en El món a RAC1 de que el emblemático –y siempre polémico– pesebre de este año de la plaza Sant Jaume experimentaría “cambios importantes”. Y no ha sido de otra forma. El Ayuntamiento de Barcelona ha anunciado que esta Navidad, si pasáis por la plaza Sant Jaume, no veréis el tradicional pesebre, sino que lo sustituirán por una estrella gigante de veinte puntas, un diámetro de nueve metros y dos toneladas y media de peso. Se trata de una creación del arquitecto y artista Xevi Bayona y el creador digital Àlex Posada, bajo el título Origen. En cuanto a la estructura de la estrella, está hecha de hierro, metacrilato y cientos de luces led que emitirán una iluminación que se proyectará también en las fachadas del Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat.
Como también avanzó Collboni en la misma entrevista, aunque no habrá un pesebre exterior, sí habrá uno en el interior del Ayuntamiento: el pesebre barroco que antes se exponía dentro del Museu Marès y que ahora se instalará en el patio de los Carruajes del edificio consistorial. El traslado irá a cargo de la Asociación de Belenistas de Cataluña, una organización que, en palabras del alcalde, hace "un trabajo excelente para conservar el patrimonio y mantener las raíces vinculadas a la Navidad", explicó Collboni. Al igual que la cometa, el pesebre se podrá visitar desde el 29 de noviembre hasta el 5 de enero.
Un pesebre que siempre genera debate
El de plaza Sant Jaume siempre es uno de los pesebres que genera más polémica cuando llega Nadavidad, una diana de críticas, y el del año pasado no fue la excepción. El de 2023 homenajeaba a la tradición del pesebre napolitano con una configuración 100% barcelonesa a cargo del escenógrafo Ignasi Cristià. Una vez montado, por su forma circular el belén parecía un pequeño teatro de siete metros de altura y hecho de material reciclable. Los personajes se representaron en forma de figuras recortables, entre los que se encontraban unos setenta personajes representativos de Barcelona. Pero lo que más llamó la atención fue que, en lugar de un caganer, había una caganera que leía un libro.
Sin embargo, si hablamos de los más polémicos, el de la edición de 2022 polarizó a la población de la ciudad entre los que aplaudían la modernidad y los que la rechazaban por completo. El belén de hace dos años apostó por la tecnología y tuvo un carácter de proyección 100% virtual e interactivo. La escenografía se representó a través de un mapeo en la fachada del Ayuntamiento y todo el mundo podía modificar las acciones que aparecían en el pesebre con sus teléfonos móviles.