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No anda Barcelona mal servida de restaurantes argentinos ni de locales especializados en parrilla y carne. Pero hablar de La Cabrera y de Gastón Riveira es ponerle nombre propio a algo tan popular como el asado argentino. En plena expansión por todo el mundo, este restaurante del barrio de Palermo en Buenos Aires –un clásico en la lista 50 Best de Latinoamérica desde hace años– ha llegado también a Barcelona.
Está en el enorme local que ocupó en su momento Mextizo (Diputació, 239) y que ahora puede acoger hasta 140 comensales dispuestos a disfrutar de una auténtica parrilla argentina. Tiene todos los detalles que han convertido la casa original en casi una marca y algún que otro guiño local, como la incorporación de papas bravas o algún pescado a la carta.
Explican y cortan las carnes en sala con el punto deseado
El ambiente es elegante, pero sobre todo acogedor. Riveira lo define como una "casa de carnes" pero también como una "parrilla bistró", lo que encaja bien en esta filosofía de mantel en la mesa, un trato próximo y una propuesta sin muchas complicaciones. Aunque aquí se viene por la carne, no es mala idea probar las empanadas. En estos tiempos en las que están omnipresentes, las de La Cabrera, con buena masa y rellenos de calidad (espinaca y mozzarella, de carne, de humita…) pueden servirnos de referencia.
Apostar por los clásicos cortes argentinos (entraña, bife…) es un acierto seguro. Pero tampoco habría que descartar otras ideas, como las mollejas, uno de los platos clásicos en la casa madre en Buenos Aires. O las milanesas, que quedan pendientes para próximas visitas.
En sala, explican cada uno de los cortes, dan con el punto deseado –incluso hay una imagen para que no haya dudas al respecto– y realizan el corte y servicio en la mesa. Una especie de ritual en el que las salsas y guarniciones frías y calientes, incluidos de forma gratuita junto a los platos, forman parte de la firma de La Cabrera y conforman una mesa un tanto caótica para los no iniciados pero muy generosa. En la carta de vinos mandan, claro, los tintos argentinos, con una buena selección a copas.
La cuenta, por cierto, llega con otro de los sellos de la casa. Cuenta Riveira que lo de ofrecer un chupetín (Chupa Chups) lo hace siempre desde que abrió su primer restaurante, cuando apenas tenía nada para ofrecer a los comensales de regalo.
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