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El lujo desaforado incurre del todo en la excentricidad más superflua y frívola, pero no deja de ser divertido. Ojo con esta noticia: del 30 de noviembre hasta el 22 de diciembre estará abierta una tienda pop-up de panettones en el Pasaje Tasso 4 de Barcelona, entre Paseo de San Juan y Roger de Flor.
La preside el pastelero Dario Hartvig, de la Pasticceria del Borgo en Carmagnola (Turín). Es la primera tienda pop-up de panetonnes de España, pero el titular es que ofrece el panetonne más caro del mundo: nada más ni nada menos que un panettone cubierto con láminas de oro comestible de 23 quilates y adornado con una banda de cristales Swarovski en la base.
El capricho sale por unos mil euros –es un panettone de kilo– pero lo podéis encargar –solo lo hacen por encargo, claro está– en una versión de unos 200 gramos, por el 'chollazo' de 350 euros. Un precio baladí si tenemos en cuenta la sugestiva emoción que produce pensar en comer y evacuar oro, cual Rey Midas haciendo la digestión.
Hay que recordar que el oro comestible es del todo insípido, tan solo una floritura estética que tiene una única propiedad: no afectar en nada a nuestra salud si nos la comemos. Viene en dos modelos: Kube Gold, en sabor clásico o de chocolate, o Gold and Diamond, cualquiera de los 15 sabores que tiene en oferta recubiertos por los susodichos cristales y oro.
Y los modelos de pannettone de Hartvig pasan por elaboraciones tan seductoras como el de café y gianduja, con masa de café y chips de chocolate con leche con glaseado de chocolate amargo, o el Milano: masa clásica de con amaretto, esquirlas de chocolate amargo y melocotones semi confitados, con glaseado de chocolate amargo y amaretto. Cuestan entre 30 y 40 euros. Y seguro que son buenísimos, pero recordemos que el trono del mejor panettone del mundo lo ostenta una pastelería de Barcelona.
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