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Recordemos uno de los sucesos más dramáticos de la crónica negra reciente: en una sauna de Caldea –el Avalón del hedonismo catalán y los youtubers–, uno de Llançà se cascó un pedo en la cara de otro de l'Hospitalet. La ventosidad desembocó en un tumulto y un enfrentamiento entre familias con blasfemias, moretones, huesos rotos y tres detenidos por las fuerzas de la ley andorranas.
Y lo que parece una anécdota, esconde un significado oculto muy relevante: no se partieron la cara uno de pueblo y uno de ciudad, sino que se enfrentaron dos modelos de país: el habitante suburbano vs. el rural (también conocido como 'pixaportes', en argot barcelonés). Llega la primavera: aceptemos que las comarcas se llenarán de pixapins. Y dediquemos cinco minutos a analizar este fenómeno exclusivamente catalán. Porque cuanto más lo entendamos, más podremos identificarlo y evitarlo. ¿Cómo reconocer a un pixapins?
1. La vestimenta no miente nunca
Así como el 'pijoprogre' no sale sin el pañuelo palestino, y el 'upper-diagonalero' pasa el fin de semana enfundado en el chaleco salvavidas de Marty McFly en 'Retorno al futuro' –'fachaleco' para los detractores– un pixapins siempre combina chaqueta de chándal con camisa de cuadros, y zapatillas deportivas con calcetines de vestir. Una variación del 'outfit' son las siempre a la moda chancletas de piscina caras con calcetines, seña de identidad de los pixapins más 'urban'. Ei, espera, que mi tío es de Olot y va así a trabajar...
2. Entre semana están dentro de la corona metropolitana de Barcelona
Esto, que parece una obviedad, ya os facilita mucho la tarea. Descartad como pixapins a unos dos millones y pico de catalanes, que son los que viven fuera de
3. Solo se dejan ver a partir de las doce y media del mediodía
Esta es LA señal. Así como un vampiro solo camina después de la puesta de sol, un pixapins solo llega a los lugares a la hora del vermut. Tú habrás puesto el pie en el parque natural a las 8.30 h. Indefectiblemente, a las 12.49 colapsa la carretera de un carril, en sentido contrario, una caravana de 30 pixapins, exhibiendo orgullosos sus falsos todoterreno (y tú pierdes la reserva en el restaurante cediéndoles paso). Son como el éxito de Chenoa al revés. "Cuando tú vuelves, ellos van". La máxima satisfacción de un dominguero cabal –si es que tal cosa existe– es volver de excursión y ver cómo los Mossos cortan el acceso a los pixapins que tienen la jeta de querer conquistar los rasos de Peguera a la una y media.
4. 'Introducing low-intensity' pixapins
Sí, un pixapins pata negra suele ser de Badalona o El Clot (alguien de Sarrià-Sant Gervasi tiene segunda residencia, y eso lo cambia todo). Pero eso no impide que alguien de Terrassa se convierta 'de facto' e 'ipso facto' en un pixapins cuando pasa el domingo en Montserrat –el primer destino fuera del hábitat nativo pixapí– o en Palamós (tierra prometida del colectivo).
Si el vampiro solo se aparece de noche, el pixapins solo lo hace a la hora del vermú
5. Hacen el pícnic en las áreas de la autopista
Déjate de hostias de repobladores neorrurales, vinos biodinámicos y ceremonias paganas... ¡Los pixapins sí que son héroes medioambientales! Ellos repueblan las curvas peladas de la autopista, convierten el asfalto aceitoso y el césped sucio en una arcadia de ocio interurbano. Cuando nos hayamos cargado todos los espacios verdes y parques a base de hacer cinturones de ronda, les suplicaremos un lugar cerca de los bancos de piedra de la A-7, haciendo a la brasa lomo adobado del Mercadona. Por favor, eliminemos el peyorativo 'pixapins' de nuestro léxico, tan degradante como aquello de infieles. ¿Qué tal si los rebautizamos como "humidificadores desinteresados de la flora interurbana"?
6. Tienen poca capacidad de camuflaje
Como me dice Miquel, un amigo de Lladó (aka Lledó), "a los pixapins se les reconoce enseguida porque no tienen la delicadeza ni el sentido común de adaptarse al entorno, fuera de Barcelona. Si van a ver animales exóticos en una granja de cerdos de Vilacolum-Vilamacolum, a las cinco de la tarde te preguntarán, indignados, dónde está el McDonalds de Vilacolum-Vilamacolum".
7. ¡Mírate al espejo! ¡Todos somos pixapins!
Cataluña es una nación fundada sobre los restos oxidados de barbacoas Algon y los huesecillos roídos de montañas de pollos a la brasa. Por nuestras venas corre sangre salpicada de grasa de butifarra y Xibeca desbravada. Bien seas patumaire, casteller, bastoner o falconer –la cosa esa tan rara de hacer 'castells' de perfil– recuerda que tú también eres un pixapins de tres pares de narices. La pixapinidad es transversal e interclasista.
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