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No es ningún secreto que las multinacionales de la industria alimentaria hacen trucos y equilibrios para posicionar sus productos como saludables y nutritivos. Hecha la ley, hecha la trampa (lo vemos en el pacto que han hecho para reducir sal y grasa en los ultra-procesados. Con la dietista Júlia Farré le echamos un vistazo a cinco alimentos que quizá das por supuesto que son buenos para tu salud. Y no lo son en absoluto. ¡Abrid los ojos!
1. Las galletas digestivas. "Lo primero que hago cuando alguien llega a mi consulta, es quitarle de la dieta estas galletas", explica Farré. Nos referimos, claro, a las que llevan el adjetivo digestivo en la caja (¡no diremos la marca!). "Todo el mundo piensa que son saludables, pero de eso no tienen nada. Que una cosa sea integral y tenga fibra no quiere decir que no lleve mucho azúcar y grasas. Y no precisamente saludables, más bien aceite de palma", valora. Haced la prueba: coged una digestiva y comparadla con una galleta de esas galletas de bocadillo de crema blanca. Menos cereales, llevan los mismos ingredientes.
2. Los cereales integrales. Y ya que hablamos de cereales: dejad de pensar que los cereales integrales con nombres que remiten a hacer deporte van bien para el cuerpo. "Son una pelota de azúcar y grasa y cereal integral", advierte Farré, que añade que "si te comer un producto procesado integral –galleta, cruasán, cereal...– y dices 'qué bueno', probablemente lleva mucho azúcar, o grasa o las dos cosas". Solución: comprad cereales a granel, en un establecimiento que con la etiqueta os garantice que no lleva azúcar añadido.
3. Las 'tortitas' de arroz. Ai, las famosas 'tortitas'... Bajo su pinta aséptica, pueden ser veneno. "El arroz, no es ningún secreto, lleva arsénico, y en función de cómo se cultiva puede ser muy elevado. Si lo limpias y lo hierves con agua abundante, eliminas la mayor parte de arsénico y no representa ningún peligro", dice Farré. Ahora bien: "Con las galletas de arroz no hay ningún proceso de lavado ni hervido. Se hace un proceso de extrusión y toda la cantidad de arsénico que pueda haber se queda en la 'tortita". Este es un alimento que se da mucho a los niños para merendar, "y es del todo desaconsejable". Y si cogéis las versiones "con chocolate y yogur, ya se suman azúcares y grasas". Total, para darles esto mejor el pan con chocolate de toda la vida (pero que sea pan y chocolate de verdad, ojo).
4. La comida ecológica. Atención: ecológico no es sinónimo de saludable. Ecológico significa "que pasa unos criterios que certifican que el producto ha sido fabricado de una forma que da la certificación eco. Y quizá es más beneficioso para el medio ambiente, pero no para la salud", dice Farré. A veces ni eso, porque es obvio que el kiwi de Nueva Zelanda o el mango eco de México se pasa los criterios de temporada por el forro. Yo estaba enganchado a unos buenísimos cereales ecológicos con manzana y canela hasta que vi que llevaban grasa –¡no aceite!– de palma. Se habla mucho del aceite de palma pero una cosa está clara: "Los ácidos grasos que llevan los derivados de la palma pueden ser perjudiciales para la salud cardiovascular. Es infinitamente más saludable el aceite de oliva, de girasol o incluso de colza", dice.
5. Los zumos prensados en frío. ¿Recordáis la locura de hace unos años? ¿Y como los gurús del tema te aseguraban que una tecnología que parecía extraterrestre les permitía exprimir los jugos de frutas y verduras conservando todos los nutrientes? Muchos compraron de forma acrítica las dietas y propiedades del 'cold-pressed'. Pero hay un hecho obvio: "De forma natural no te comería cinco frutas en diez minutos, pero te las puedes beber. ¡Esto no es una buena idea! Tomas mucho azúcar en muy poco tiempo, y sin asimilarlo con la fibra de la fruta, es un chute directo de azúcar". Farré no discute las vitaminas y los antioxidantes, "pero los famosos zumos no son tan saludables como la gente piensa ni tampoco van bien para perder peso".