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170 personas que se encuentran en prisión han participado en esta muestra del Santa Mónica. A lo largo de diez meses, el artista Antoni Hervàs ha visitado varios centros penitenciarios y ha ido tejiendo relaciones creativas y afectivas con los internos. El resultado es esta muestra que nos invita a reflexionar sobre la percepción del tiempo en prisión.
La exposición consta de dos partes: la instalación principal (en la planta superior del Santa Mónica) donde se exponen las creaciones artísticas, y un preludio (en la primera planta) que explica detalladamente cómo se ha trabajado para realizar estas obras de arte en un contexto penitenciario.
Las piezas expuestas son de una expresividad innegable, casi visceral. Tienen forma de cuerpos monstruosos y, sin embargo, una vez superada la distancia, en ellas se intuye el caldo de cultivo para la intensa necesidad de expresión que sienten muchas personas que se encuentran en prisión: la situación de clausura, la vulnerabilidad acumulada y la sensación de un paso del tiempo al margen del curso de la sociedad normativa. Los lenguajes artísticos como el dibujo, la pintura o la cerámica sirven, en muchos casos, para hablar de estas complejas emociones sin tener que recurrir a las palabras.
En la exposición, los reclusos y las reclusas han trabajado con Antoni Hervàs para construir seis tótems, realizados con la técnica del “dibujo expandido”. Esto significa que cada pieza integra dibujos, pinturas, cerámicas y otras creaciones que tienen su origen en conversaciones que ha habido entre los internos y el artista durante los diez meses de relación. En las seis instalaciones expuestas, el dibujo sale del papel y toma una nueva forma, pero respeta la esencia de cada interlocutor y la afinidad de lenguajes gráficos y de personalidad entre el artista y las personas recluidas. Los tótems, pues, permiten conocer cómo se experimenta el pasado, el presente y el futuro en prisión, de la mano de las personas que mejor pueden explicarlo.
La exposición, comisariada por Mery Cuesta, ha sido posible gracias a la complicidad e implicación de las personas recluidas y el trabajo de Antoni Hervàs, pero también del sistema carcelario y las personas que trabajan en él, como los técnicos artísticos de las prisiones. De hecho, 'Máquinas del tiempo' es también un ejercicio de provocación institucional con motivo de los 40 años de la asunción de las competencias en ejecución penal por parte de la Generalitat de Catalunya.