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Los números pueden avasallar: en sus más de 5000 m², en el Time Out Market Barcelona encontraréis 14 de las mejores cocinas de Barcelona –dos de ellas de chefs con estrellas Michelin– un restaurante de servicio completo a la carta, una barra de postres, una cafetería y cuatro bares. Por no hablar de una programación de ocio y cultura (¡gratis!) de lo más golosa. Nos gusta poneros las cosas fáciles. O sea que aquí tenéis una elección de 15 platos infalibles a los que hincarles el diente. Si sois ambiciosos, os podríais montar un menú degustación con estas 15 delicadezas, pero os recomiendo que hagáis el recorrido en tres tandas. Si no, tendrá que venir a remolcaros el pailebote Santa Eulalia.
1. Fran López
Brandada de bacalao con su piel crujiente

Ya se sabe que la gente de buen gusto se come la piel tostadita del pescado, toda una golosina para adultos. Y Fran López les guiña el ojo con esa virguería: una brandada de bacalao suave y delicada, flanqueada por las pieles crujientes del bacalao, como si fueran cortezas marinas. La mantecosidad de esta delicia viene matizada por la uva y el eneldo, que la aligeran.
2. Colmado Múrria
Tabla de embutidos catalanes

Es un hecho: si tienes un buen embutido y un buen queso, su sabor cambiará (mejorará) de forma sustancial solo por el hecho de que te lo corte a mano alguien que tiene el oficio. Si a esto le añadimos que Joan Múrria lleva toda una vida dedicada a suministrar el mejor producto posible y tiene línea directa con productores artesanos de todo el territorio, los resultados son superlativos.
3. Darvaza
Croquetas de chuletón madurado

Darvaza son campeones de la carne y de la brasa, pero con estos elementos se pueden hacer muchas más cosas que... carne a la brasa, ehem. Ejemplos tienen muchos, pero un plato que se ha convertido en icónico entre los croqueteros de Barcelona son estas croquetas que aúnan la bechamel suave con la intensidad de un chuletón de buey madurado, y rematado por la dulzura ahumada del pimiento a la brasa.
4. RíasKru
Espaguetis con marisco

Las cosas más simples se enaltecen si las haces bien hechas y con materia prima de la buena. En RíasKru encontramos la dicotomía tradición-autor muy presente, y el chef Robert Gelonch sabe lo efectivo que es un plato clásico según sus estándares de alta cocina. No se puede decir que no a unos espaguetis con almejas gallegas y mejillones y gambita frescos.
5. Casa Guinart
Albóndigas con sepia

Sin duda, en un ranking del cinco de los grandes platos de la cocina catalana deberían aparecer las albóndigas con sepia. Y Casa Guinart, con el chef Òscar Manresa al frente, clava esta receta en una versión tan conseguida que le coges cariño a la sepia, por lo tierna que es –excusad el nefasto juego de palabras– y las albóndigas, en ración generosa, tienen aquella cosa esponjosa celestial de las de tu infancia. Para mojar pan es quedarse corto.
6. La Balmesina
Salamino Ibérico

Para hacer una gran pizza en Barcelona –y ellos sin duda están en el top tres– no es necesaria la italianización absoluta. La Balmesina, aparte de tener una masa fermentada 72 horas, crea recetas de temporada con producto de proximidad o local. Y un plato que ha hecho fortuna hasta el punto de convertirse en fijo en la carta es esta Salamina, con chorizo ibérico picante sustituyendo al salami (¡que no al 'pepperoni'! El 'pepperoni' es el salami que inventaron los inmigrantes italianos a los Estados Unidos). El sabor es poderoso, pero su pizza delicada y ligera cae bien en la barriga.
7. Can Ros
Arroz de montaña

El Mar y montaña están en el centro del ADN de la cocina catalana, y Jordi Ballester es un virtuoso a la hora de aplicar el estilo al arroz; véase este suculento platazo otoñal de pollo de corral, trompetas de la muerte y rebozuelos, con la frescura del bosque bien presente y el grano en su punto justo. Un lujo absoluto es poder pedirlo en una cazuela individual, sin tener que negociar con veganos y flexiterianos y, ehem, valencianos (el peor comensal con el que consensuar un arroz, por su empoderamiento arrocero casi innato).
8. Xuba Tacos
Taco de solomillo Rossini

Esta es una unión celestial entre la gastronomía mexicana y la francesa: un solomillo de ternera a la plancha, col rizada, foie gras a la plancha, cebolla y crema de trufa. Antonio Sáez exalta aún más los sabores del relleno utilizando tortillas de trigo azul, de sabor más neutro (y que, por supuesto, son de producción propia: en el Xuba Tacos del Eixample veréis la máquina de tacos funcionando delante de vuestras narices).
9. La Real Hamburguesería
La Real 2.0

En un mundo, el de la hamburguesa supuestamente gourmet, donde mandan los despropósitos y las acumulaciones pantagruélicas, los amigos de La Real mantienen su filosofía de simplicidad, con una carta de lo más elegante, donde todo son variaciones del gran tema de fondo de la 'cheeseburger'. Pero su 'burger' más potente no os dejará con hambre: doble disco de carne, mermelada de beicon, 'cheddar' y 'cheddar' gratinado en cada rebanada de panecillo. Menos matar al animal y hacer el queso, lo preparan todo desde cero.
10. Monster Sushi
Yakisoba con ternera

No se os ocurra dudar ni por un momento que estos yakisoba están entre los mejores fideos asiáticos de la ciudad. La aparente simplicidad –unos fideos salteados con verduras o carne– esconden un plato de lo más sabroso: los fideos en el punto de cocción y de soja, con verduritas al dente y dados de entrecot generosos y golosos.
11. Bar Nuri
Huevos de Calaf estrellados con jamón ibérico

Si algo es imbatible, carece de sentido buscar variaciones, solo hacer la mejor de las versiones posibles. Los huevos de Calaf estrellados con jamón ibérico del Bar Nuri entran de lleno en esta categoría: un festín de grasa y proteína de la buena donde la alegría de reventar yemas a patatazos y trinchar el jamón ibérico contra la puntilla tostada de la clara es (casi) tan gratificante como el devorarlo.
12. Bubó
Pastel Xabina

Poca broma con el Xabina: ganó el premio a mejor pastel de chocolate del mundo en el 2005 en Lyon, y es uno de los escasos iconos recientes de la pastelería barcelonesa. Tiene una base de bizcocho de almendras, y sus capas aglutinan aceite de oliva y especias con crujiente de praliné de chocolate, galleta fina y almendras, mousse de nata y chocolate negro con capuchina de vainilla y recubierto con un brillante glaseado negro. Morder todo esto de un solo bocado es flipar en color, dicho en plata.