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La catedral de Barcelona es el templo religioso más importante de la ciudad, con permiso de la Sagrada Familia. Y es, a la vez, una de las principales atracciones por los turistas. Como todas las catedrales, está llena de simbolismos, no únicamente judeocristianos, como podremos comprobar enseguida. Casi cada rincón, casi cada piedra del edificio, tiene una historia que contar. En esta ocasión descubriremos 10 curiosidades poco conocidas, que se pueden ver dando una vuelta por su exterior.
1. Como cada cantero firmaba las piedras que cortaba
Empezamos el recorrido en la capilla de Santa Llúcia, en la esquina de la calle del mismo con la del Obispo. Si miramos sus paredes, descubriremos en muchos de los sillares que forman la fachada unas señales geométricas con diferentes formas. No son otra cosa que la firma que dejaban los canteros que las cortaban con el tamaño justo necesario para encajarlas perfectamente en la obra. Tenían un doble objetivo. El primero, reivindicar un trabajo muy especializado. El segundo, que los supervisores de la obra pudieran contabilizar el número de piedras hechas por cada obrero y así poder realizar los pagos.
2. Una pera en un escudo
Llegados a la puerta de Santa Eulalia, que tiene acceso al claustro, encontramos un escudo capitular bastante curioso, ya que su elemento principal es una pera. Corresponde al obispo Francesc Climent Sapera, que incluyó la fruta que formaba parte de su apellido (en concreto, la segunda y tercera sílaba) en el diseño de su blasón. Sapera vivió entre los siglos XIV y XV. Durante su obispado, dio un gran impulso a las obras de la catedral, que dejó prácticamente finalizadas. También destacó por posicionarse a favor de Benedicto XIII —también llamado antipapa o Papa Luna— después del conocido como Cisma de Occidente.
3. La Piedad ‘fake’
La puerta de la Piedad, en la calle del mismo nombre, que conduce al ábside, está presidida por un relieve atribuido al escultor alemán Michael Lochner a finales del siglo XV. Representa el dolor de María después de la muerte de Jesús en la cruz, mientras sostiene el cadáver de su hijo en su regazo. Pues bien, en realidad se trata de una reproducción de la original hecha con resina. Las autoridades eclesiásticas decidieron poner el falso relevo después de que, hace unas décadas, la Guardia Urbana frustrara un intento de robo de madrugada. El original de madera está en el Museo Diocesano.
4. Artículos de la Constitución de Cádiz
En la misma puerta de la Piedad, y justo debajo del relieve 'fake', se intuye una inscripción muy erosionada, casi ilegible. Se trata de un artículo de la Constitución de Cádiz de 1812, la conocida como Pepa. La catedral incluyó este y otro artículo, siguiendo instrucciones del Gobierno de la época, que impuso que constaran en todos los edificios públicos. El segundo artículo se encuentra en la puerta de Sant Iu, igualmente erosionado. Así, en la puerta de la Piedad se podía leer: “El amor de Patria es una de las principales obligaciones de todos los españoles, y asimismo el ser justos y benéficos”. El de Sant Iu decía: “La Nación española es libre e independiente, y no puede ser patrimonio de ninguna familia ni persona”.
5. La ballesta del ábside
Llegados al ábside encontraremos otros elementos misteriosos. El primero es una ballesta grabada junto a un ventanal en forma elíptica. Con toda probabilidad, fue hecho por el colectivo de guerreros que utilizaban esta arma, aunque existen algunas curiosas teorías que, después de haber estudiado otras ballestas grabadas en otros templos religiosos góticos, sostienen que sería un mapa encriptado de la planta de la catedral. Aunque es más verosímil la primera, también es cierto que el dibujo de la ballesta encaja con el trazado de la planta de este emblemático edificio.
6. La cofradía de los Esteves
Un poco más adelante, y en el mismo ábside, encontramos unas lápidas funerarias en la pared que hacen referencia a Esteves. Detrás de las lápidas, están las oseras de la Cofradía de Sant Esteve dels Freners. Este gremio agrupaba a todos aquellos artesanos de los oficios vinculados a los caballos. Entre ellos, se encontraban los fabricantes de frenos y sillas de montar, que son los dos elementos que constan en su escudo. También formaban parte del gremio los fabricantes de lanzas, escudos, cascos, armaduras y guantes de hierro, entre otros elementos, que servían para proteger a los caballeros.
7. Símbolos masónicos medievales
Todavía en el ábside, y frente a la sede del Archivo de la Corona de Aragón, hay una pequeña ventana con los símbolos gremiales de los constructores medievales. Así, podemos observar, y en este orden, un pico, una rueda de molino, una escuadra y un compás, y de nuevo otra escuadra, una rueda de molino y un pico. Están aquí porque antiguamente la capilla a la que corresponde la ventana era la de San Felipe y Santiago el Menor, patrones de los antiguos arquitectos y canteros, a los que se unieron los fabricantes de ruedas de molino. Se da la circunstancia de que la sociedad secreta de los masones se consideran herederos de este gremio, del que adoptaron sus símbolos.
8. Marcas de armas y cuchillos
Justo en la pared del lado de la ventana masónica, hay una serie de surcos donde antiguamente la gente afilaba los cuchillos y los soldados las bayonetas de sus armas. Como recuerdo, han quedado unos arañazos que también se encuentran en otras catedrales, como el de Valencia. En Barcelona también se encuentran en la antigua muralla romana y en el recinto del antiguo hospital de la Santa Cruz y San Pablo. Y es que la piedra de Montjuic es idónea para esta labor, gracias a sus propiedades: dura, compacta y fácil de trabajar. Su concentración en la catedral se debe a que se creía que afilar el arma en sus paredes le otorgaba poderes especiales.
9. La puerta que da al vacío
Pasados los surcos de los cuchillos, si levantamos la mirada, encontraremos una vieja puerta a la que únicamente se podría acceder con una larga escalera. Si alguien saliera de ahí dentro, ¡se precipitaría al vacío! La clave de su existencia se encuentra justo debajo de la puerta, donde se aprecian los restos de un puente que unía el Palacio Real Mayor con la catedral. Fue mandado construir por el rey Martín el Humano. El puente fue derribado a principios del siglo XVIII, pero ha quedado el recuerdo de la puerta. Unos trabajos en la sede del Archivo de la Corona de Aragón, que formaba parte del Palacio Real Mayor, permitieron descubrir el pasillo que comunicaba con el puente.
10. El caganer
Unos metros del sobre de la puerta de Sant Iu, hay una gárgola en muy mal estado que tenía forma de 'caganer'. Así lo identificó el canónigo Norbert Font Sagué en un estudio de finales del siglo XIX sobre las gárgolas de Barcelona. Font lo describe vestido con una barretina en la cabeza y en posición de defecar dentro de la catedral, lo que califica de irreverente. Hoy, casi toda la cabeza ha desaparecido, así como las piernas en posición de asiento, ¡pero la forma del 'caganer' todavía se puede intuir!