Ahora que Valencia tiene un presidente con ínfulas de cantante melódico –Mazón quería ir a Eurovisión– y se cuestiona la unidad de la lengua (si el valenciano no es lo mismo que el catalán, ¿qué hablan los argentinos? ¿Patagónico?), una banda como los valencianos Mossén Bramit Morera y Els Morts tiene más sentido que nunca.
Esta banda es un Frankenstein de muchas vertientes del rock and roll vintage, pero con un común denominador: la estima y práctica del estilo más macarra del género, siempre cantado en la lengua de San Vicent Ferrer. Sin embargo, su presencia escénica es más bien diabólica: el cantante Ramon Morera –que vendría a ser un Lux Interior de albufera– encabeza un grupo de seis músicos que combina el garage-punk con el shock-rock de estética de Jack el Destripador. Sangre, sudor y chisteras victorianas revolcándose por el tablado.
Cantan a los saqueadores de cadáveres, y ellos lo son y con gusto: exhuman un revoltijo de muchos subgéneros –psychobilly, garage-punk, rhythm & blues, revival psicodélico, enriquecidos por la calidez del saxofón negro y grueso del EduRocket– y tienen las narices de valencianizar pedradas como el 'Teenage head' de Flamin' Groovies ('Testa de doncell') y hacer de las suyas como 'Nicomedes', dedicada al insigne verdugo que innovó el garrote vil. Llevan más de diez años rodando, y hoy presentan su primer disco de larga duración: 'Cadàvers exquisits', comprendo necrófilo, político y festivo. ¡Sarao 'bizarre' al aire libre y por la patilla (nunca mejor dicho)!