¿Te pesaba la herencia de Lole y Manuel, y por eso hasta ahora no habías cantado flamenco?
En cada momento he hecho el que me ha apetecido, desde O’funk’illo hasta cantar boleros. Si no lo había hecho antes es porque no me lo había pedido el cuerpo.
Te lo ha pedido cuando ha muerto tu padre.
Cuando estaba, ya había Lole y Manuel, podían volver a cantar en cualquier momento. Todavía creo que me va grande todo esto.
Habíais hablado de cantar juntos su repertorio...
Sí, pero yo siempre le decía que no, que no me veía. Si me he atrevido es porque mi padre ya no está. Es una osadía por parte mía, pero lo hago como homenaje.
¿Te ha servido para hacer el luto?
Todavía lo estoy haciendo, estoy aprendiendo a vivir. Cantar las canciones de mi padre me cura y hace que me sienta cerca. Me ayuda a pensar en él de manera positiva pero me viene la tristeza, en los conciertos lloro sin cesar.
Has elegido las canciones por los recuerdos que te evocaban, ¿verdad?
Elegí las que me decían algo, las que tenían un significado para mí. También he elegido canciones que el público quiere escuchar y que necesitan ser cantadas. Claro que quién las tiene que cantar es mi madre, pero yo me permito hacerlo porque es mi herencia.
Has hecho versiones austeras, con Joselito Acedo a la guitarra.
Estas canciones son perfectas de arriba abajo. Cambiarlo me parece ridículo, de sinvergüenza. Hemos querido hacer un homenaje fiel.