Si algún día se decide a dejar la música, James Blake sería un buen consejero. Las comisuras de los labios ligeramente hacia abajo y la suave mata de pelo le dan un aspecto serio y empático. Es contagiosamente tranquilo, no abre la boca sin saber exactamente qué quiere decir, y escucha con una intensidad que arranca secretos. Siento la necesidad de hablarle de mi vida amorosa, y de una relación larga a distancia anterior que no acabó bien. "¿Esto te ayudó a despedirte?", me pregunta, sobre el estrés emocional de las idas y venidas constantes. "¿Te sirvieron de entreno?".
Un amor transatlántico
El motivo por el que el británico me tira de la lengua es que él está teniendo una relación a distancia con su novia, que está en Los Ángeles. "El aeropuerto se ha convertido en un marco muy familiar", admite. La presencia de ella proyecta una sombra pálida sobre el nuevo álbum de Blake, 'Overgrown', en el que se aleja del dubstep del debut homónimo y canta todavía con más ternura.
¿Cómo lleva los viajes? "Para bien o para mal, el cambio de entorno me gusta -admite-. A veces retrasa las cosas, pero esto te obliga a aprovechar el tiempo". Pero la relación, no sólo le ha enseñado a componer en movimiento -canta en su cabeza y teclea las letras en el iPhone-, sino que también le ha hecho mejorar en otras cosas. "Hacer un mejor café, jugar mejor al ajedrez, ser mejor persona. Ser capaz de demostrar compromiso".
Con lo pies en la tierra
El éxito del debut homónimo del 2011 le llevó por todo el mundo, y le permitió conocer y colaborar con fans de su trabajo como RZA (Wu-Tang Clan), Kanye West, Joni Mitchell, Justin Vernon (Bon Iver) y Brian Eno. Pero a pesar de estar en lo más alto, tener dinero y regentar un club en Londres con sólo una experiencia de 24 años para reflejar en sus canciones, la fama no se le ha subido a la cabeza. Al revés, lo ha tranquilizado, y colaborar con gente de esta talla le ha mantenido los pies todavía más en la tierra.
"Brian Eno me dijo que quitara cierto 'acorde de cojones' de Retrograde", el primer sencillo del nuevo álbum, dice sobre trabajar con el gurú del ambient en su casa, en Londres. "Es un acorde que sólo tocas cuando eres un pianista "con dos cojones", para demostrar que puedes hacerlo. Él se dio cuenta rápido. Tuve unas cuantas ideas mientras estaba allí, él se limitó a ayudar a guiar y dirigir. Es lo contrario de ir al estudio y tener a un tipo que se limita a empaquetar la música: él nutre estos momentos de claridad y los convierte en algo bonito, en oposición a una cosa obtusa".
Un poema de mierda
El zen aparente de Blake nos hace pensar en Eno. Parece imperturbable, hasta que revela que ha escrito un poema de camino a la entrevista. "Estaba en el tren. Te lo podría leer...". De repente cambia de opinión, y muestra una chispa de timidez. ¿De qué trata? "De una llamada que recibí ayer por la noche y que no me dejó de muy buen humor". ¿Una llamada de su novia? "Sí. Tenía cosas que decirle al respecto, pero en vez de hablar más y empeorar las cosas, decidí escribirlo. Es algo que me gusta hacer, es una buena manera de evitar enfrentamientos innecesarios. Pero vaya, es un poema de mierda, así que no tiene sentido que te lo lea". Dudo mucho que el poema sea una mierda, pero es agradable ver pequeñas ondulaciones cruzando el autocontrol de Blake. Es la prueba de que, como en su música, hay algo oscuro que se mueve bajo la superficie.