Durante décadas ha existido el mito que la música clásica y la popular no se entienden y que la distancia entre ambas formas de concebir la composición de sonidos es insalvable. Una es más complicada que la otra, dicen, y también más elitista, requiere de conocimientos y paciencia; la otra es más ligera y, por lo tanto, no se debe tomar con seriedad.
Este mito no es cierto -o la generalización es injusta-, y para ir destruyéndolo poco a poco la nueva generación de compositores que funcionan a la vez en el campo de la música contemporánea -con partitura y pequeñas formaciones de cámara - y el del pop es de gran ayuda, porque hace que unos públicos que normalmente no se mezclan encuentren espacios en común.
Para Ólafur Arnalds, joven islandés de 27 años que ha escrito música para orquesta, para películas y para cantantes pop, esta división no debe producirse. "La música sólo es música; somos nosotros quienes nos hemos inventado nociones de clase, elitismo y géneros", dice antes de participar en la veintena edición del Sónar. Y añade: "No se trata de hacer música que construye un puente entre dos mundos, sino de secar el agua que hay debajo".
De un sello 'indie' a Decca
A pesar de ser muy joven -como lo son compañeros de generación como Nico Muhly, Francesco Tristano o Nils Frahm, gente con estudios clásicos que han compuesto réquiem, han interpretado a Bach y han fusionado los lenguajes postrománticos con el techno y el indie-rock-, Ólafur Arnalds ha sostenido una carrera extensa y prolífica; sus primeros discos -en 2007 en el pequeño sello inglés Erased Tape, que editaba post-rock épico, techno abstracto y música de cámara - están bajo la fuerte influencia de Michael Nyman, y poco a poco su estilo ha ido evolucionando hacia un lenguaje más lírico, con detalles electrónicos y una evolución hacia el pop. Curiosamente, este giro es lo que lo ha llevado a firmar con uno de los sellos fuertes de la edición de música clásica, Decca, que ha puesto a la venta su nuevo disco, 'For now I am winter' (2013).
"Es una oportunidad para llegar a un nuevo público", dice. Y lo plantea en la dos direcciones: hay arreglos frágiles de cuerda, piano (su instrumento natural) y electrónica que les gustará a los consumidores de bandas sonoras y aficionados a las corrientes impresionistas, y también baladas pasionales, que él no ve como "canciones pop", sino como piezas en un arco argumental, "un viaje musical".