Manel
© Maria Dias
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Manel no dejan que la verdad les estropee una canción

Hablamos con el cuarteto de Barcelona sobre 'Atletes, baixin de l'escenari'

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Si os queréis hacer los simpáticos con los Manel, no les hagáis hablar de su éxito. No sería raro pensar que conseguir el disco de oro por el nuevo 'Atletes, baixin de l'escenari' sólo un par de semanas después de su publicación, consiguiendo el tiempo récord el empate entre álbumes publicados y distinciones doradas, haría que el cuarteto de Barcelona sintiera la misma euforia que empujó a los atletas de Barcelona 92 a invadir el escenario de Los Manolos en la clausura de los Juegos Olímpicos, y que motivó la locución del recientemente desaparecido Constantino Romero que han utilizado para titular el álbum. Pero  no: Guillem Gisbert, Martí Maymó, Roger Padilla y Arnau Vallvé no se siente eufóricos, y en cuanto tienen oportunidad le restan importancia a sus éxitos comerciales.

No parece falsa modestia. De hecho, parecen incómodos. O aburridos del tema. Quizá es un mecanismo instintivo sanísimo para evitar que la fama se les suba a la cabeza y que empiecen a exigir una marca de agua mineral específica en el camerino o a destrozar habitaciones de hotel. "Que alguien compre un disco una semana o dos después de que salga, lo que quiere decir es que habían escuchado el anterior y tenían ganas de ver qué hemos hecho ahora -dice Gisbert-. Lo que nos dice esto es que el disco que sacamos hace dos años ('10 milles per veure una bona armadura', 2011) gustó. Y está muy bien, quiere decir que el trabajo va bien". "A ver si les ha gustado a todos los que lo han comprado", apunta Padilla. "Pero más allá de esto -continúa Gisbert-, ahora toca hacer directos que estén bien, y comprobar si estas canciones funcionan". La primera oportunidad de hacerlo será en la jornada inaugural del Primavera Sound, donde Manel estrenarán los nuevos temas en vivo.

Más eléctricos
'Atletes, baixin de l'escenari'es un disco más directo y eléctrico que el debut, 'Els millors professors europeus' (2008), y que el segundo, '10 milles per veure una bona armadura', en el que Manel vestían las canciones que coros, vientos, arreglos acústicos diversos e incluso orquestales. En oposición, el nuevo álbum es más desnudo. Pero más que ser así como resultado de una determinación -los Manel no se cansan de negar cualquier componente demasiado cerebral en su música -, es una respuesta espontánea.

"Con este trabajo tienes la suerte y el deber de intentar pasártelo bien mientras lo haces -afirma Gisbert-. Aunque el trabajo tiene unas rutinas, como cualquier otro, también tienes en tus manos la posibilidad de hacer cosas para huir de ellas. Y de una forma natural, sin sentarte y tomar una decisión demasiado meditada, cuando estás haciendo una canción, si tienes la sensación de que es algo que ya has hecho antes, ya sea por los arreglos, la melodía o la letra, intentas buscar otras cosas". "Al final, ponerte normas sirve de poco -añade Maymó-, porque, una vez empiezas a hacer las canciones, te puede apetecer hacer otras cosas y acabas trabajando sobre la marcha". "Vas probando cosas y todo es válido, incluso un ukelele -dice Vallvé-. Pero las cosas que ya hemos hecho son las que enseguida quedan descartadas, porque no te apetecen tanto como las que no hemos hecho. Te vas hacia lo que no has hecho todavía".

Gisbert pone como ejemplo la canción 'Aniversari', del segundo álbum, su tema más sinfónico. "La primera vez que nos lo planteamos nos dijimos: de acuerdo, probémoslo. Pero en este tercer disco, si alguien hubiera propuesto orquestar una de las canciones, nos hubiera dado pereza". "Sí -dice Padilla-, no me dejaron".

De hecho, si el disco suena más eléctrico no es porque haya más guitarras, sino porque, como dice Padilla, "ya no están tan envueltas". "Antes ya habíamos utilizado bastantes guitarras eléctricas -continúa Vallvé-, pero cuando les quitas todos los arreglos, toman más protagonismo. Hay momentos en los que Guillem tocaba la acústica o el ukelele y en los que ahora toca la guitarra eléctrica", un instrumento con el que no lo habéis visto nunca en vivo.

"En el segundo disco había canciones con guitarra acústica o orquestación en las que al final, dándoles la vuelta en el directo, acabé tocando el ukelele -añade Gisbert-. En este caso, seguramente no saldrá al escenario, tiene toda la pinta de ser así". "¿No?", le dice Padilla. "Me sabe mal, pero no". Les indico que todas las veces que la palabra ukelele ha salido en la conversación no ha salido de mi boca, pero parece que para Manel el ukelele sea como esa expareja a la que ya no quieres pero en la que no dejas de pensar.

Más arriesgado narrativamente
Hablando de los ex, uno de los temas del álbum, 'Deixar-te un dia', le da una vuelta de tuerca a los tópicos de las canciones de desamor, narrándolo no desde el punto de vista de quien tiene el corazón roto, sino de quien lo rompe. "Un 80 % de las canciones hablan de amor, es un tema que se ha tratado mucho, pero que  nos encanta, y de vez en cuando hacer una canción de amor está bien -explica Gisbert-. Pero por eso, cuando te pones, intentas buscar un punto de vista que haga que, dentro del catálogo de canciones que conoces, no acabes de encontrar con una que se parezca del todo, y después, intentas explicarlo con gracia".

La canción tiene truco: la liberadora ruptura sentimental que relata el narrador acaba siendo una fantasía que sueña con los ojos abiertos, aunque el desenlace del cuento acabe escondido por un fade out, aquel recurso para terminar las canciones cuando no se sabe bien cómo hacerlo que consiste en ir bajando el volumen. "Supongo que todos los fade out esconden cosas -admite Maymó-. Éste esconde una frase, pero también puedes aprovechar para tocar una guitarra que no te atreverías a meter en medio de una canción".

Es uno de los juegos narrativos que hay en 'Atletes, baixin de l'escenari', donde la mayoría de las canciones huyen del realismo estricto para abrazar la dimensión metatextual ('Quin dia feia, amics...'), abrirse a la fantasía ('Vés bruixot!') e ir más allá a la hora de encontrar formas de explicar una historia, como en 'Imagina't un nen', que con sólo cinco frases Roger Padilla -que firma este tema - crea un mundo al estilo de 'El dinosaure' de Augusto Monterroso. "De igual modo que con los arreglos vas buscando cosas nuevas, supongo que con esto también. Vas cogiendo más confianza", dice Gisbert. "También puede ser que yo me canse más rápido", añade Padilla. "Y yo soy muy pesado", le devuelve la pelota Guillem.

La verdad no suma
Hay un dicho entre los periodistas que dice que la verdad no puede estropearte un buen titular. Guillem Gisbert, que da la impresión de ser una persona reservada en cuanto a su privacidad y poco dada a escribir canciones muy confesionales, lo aplica en sus letras. "Cuando te dedicas a esto siempre estás un poco con la antena puesta, y aunque hay canciones que tienen que ver con cosas que te han pasado, en el fondo se alimentan de cualquier cosa -explica-. Cuando haces una canción, la estilizas hasta el final para que la cosa funcione, es un género de ficción. Si una buena rima te hace traicionar a la verdad, la traiciones encantado de la vida. En este caso, no creo que la verdad sea un factor que sume".

Tomad 'A veure què en fem', una canción sobre las oportunidades que se presentan en la vida y que dan miedo porque las podemos dejar escapar. En la canción la oportunidad llega haciendo ruido y levantando polvareda, como un cataclismo en el cine de catástrofes. Pero los Manel la oportunidad nunca la percibieron como si fuera Godzilla: llegó sin asustar y ellos la aprovecharon con toda la calma del mundo.

"Cuando sacamos el primer disco no éramos conscientes de esta oportunidad, no nos planteábamos ni que fuera una oportunidad -recuerda Gisbert-. Todo fue muy poco a poco, fue muy tranquilo. El único momento en el que hubiéramos podido sentir esta tensión, entre el primer y el segundo disco, la sensación fue otra. No sabíamos qué pasaría. No sabíamos ni que existían aquellas listas que hablaban de España. ¿Cómo quieres que estas canciones tan largas le gusten a alguien que no entiende el catalán? No hemos tenido nunca la sensación que -y pone una voz como de narrador de radionovela - el destino llame a la puerta. Habrá de todo: cosas más buenas, más malas. Pero no tengo la sensación de que la oportunidad sea un tren en el que tengas que subirse. En el fondo es algo con lo que nos divertimos, nos lo pasamos bien, aunque haya días de todo". Se dice que la realidad supera a la ficción, pero el destino en forma de anfibio gigante es más carne de canción.

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