Yung Beef, Rosalía, Bad Gyal, La Zowi... Nadie ha contado el ascenso fulgurante de la escena de música urbana reciente en Cataluña y España como el colectivo El Bloque, primero con el programa de Youtube y ahora con un libro, 'Making flu$' (Penguin Random House), que firman colectivamente Alicia Álvarez Vaquero, Daniel Madjody, David Camarero, Blanca Martínez, Aleix Mateu, Aida Camprubí, Alba Rupérez y Quique Ramos.
Para hablar de todo ello, quedamos con Daniel Madjody en Els Tres Tombs, en la frontera con el Raval, "núcleo de la explosión del género en Barcelona". Él, además de fundador de El Bloque, es maestro de primaria en el Institut Escola La Mina, donde da clases de inglés, catalán y mates a niños de entre 10 y 12 años (4º, 5º y 6º).
"Mi conexión con los niños es que veo las tendencias y muchas veces nos gusta lo mismo. Y lo que veo es que ya no hay géneros, no hay barreras, que a los niños les mola de todo, que no tienen prejuicios de ningún tipo y esto antes era difícil, porque los roles de las tribus urbanas estaban muy marcados", cuenta.
Al principio, El Bloque era como un programa musical de los 80.
Ahora estamos creando formatos un poco diferentes, porque creemos que lo que hacíamos el 2018-19 ha dejado de tener sentido, pero sí, entonces Alicia [Álvarez] quería evocar la imagen romántica de los programas de televisión de los 80, que parece que han muerto. Con plató, bailarinas... un rollo muy 'demodé', pero que a la vez nos apetecía mucho. Teníamos público en el plató, que era otro de los alicientes que queríamos, la interacción en directo.
El público es uno de los factores que se suele dejar de lado cuando se intenta explicar un fenómeno musical. ¿Es esencial para la creación de una escena?
De hecho, una de las cosas con las que soy muy pesado es que una de las claves por las que esta escena ha despegado ha sido la creación de un público. Porque en los años 2000 el público era un reducto muy nicho. Un 60% del público [de los conciertos de rap] era gente que quería estar en el escenario, no un público orgánico que simplemente quisiera asistir. Ahora sí.
¿Esto tiene que ver con la entrada del baile y del público femenino en los conciertos de música urbana?
En la época previa, el rap se vivía como una religión. Era muy sectario, muy disciplinado, con unos parámetros muy marcados. Con gente como Agorazein, que ya hacían algo más emocional y menos cargada de testosterona, ya había más mujeres en los conciertos. Y Pxxr Gvng, ya en la época de Kefta Boys, se fijaban mucho en los Estados Unidos y concebían los conciertos como una fiesta. Entonces ya entraron muchas mujeres. Mezclaban el rap con el reggaeton, lo que era visto como una herejía; rompieron esquemas.
El Raval ha sido el núcleo de la explosión de la música urbana en España
¿Cuáles son las características comunes entre los artistas de eso que ahora llamamos 'música urbana'?
Uno de los nexos claros es la falta de recursos, que te lleva a usar cosas que ya existen para crear un contenido nuevo. Y la falta de formación reglada en la mayor parte de la escena. Todo esto unido a las vivencias de la calle y la democratización del acceso a la música (Youtube, Soundcloud, Bandcamp), que ha sido totalmente clave.
¿Y el acceso también a las nuevas músicas que se están haciendo en todo el mundo, de forma gratuita y en tiempo real?
Totalmente, es clave. Es el acceso a la tecnología y también a la información. En España, los lugares clave del rap siempre han sido Andalucía, Madrid y Zaragoza (por las bases militares) y Barcelona (por el acceso al turismo). Esto con Internet se democratizó.
Antes de El Bloque hacías un programa de radio de rap en el Raval.
Yo era un apasionado del R&B yanqui. En 2010, mi primo hacía el podcast 'Showbizness' en una asociación aquí en el Raval, la Associació per a Joves TEB. A partir del tercer programa me incorporé. Empezó como una radiofórmula, pinchábamos rap francés y de otros países, cosas que nos gustaban. Nos identificábamos mucho más con el rap francés que con el español, que era más blanco y de clase media. Al cabo de un tiempo empezamos a hacer entrevistas y vimos que aprendíamos muchísimo y que el acceso a los artistas era muy fácil.
¿El Raval ha sido un lugar de encuentro para esta escena?
Totalmente, el Raval ha sido el núcleo de la explosión de este género en España. A pesar de que mucha de la gente que empezó a triunfar no era de aquí, sí que fue un lugar de encuentro absolutamente clave. Pxxr Gvng vivían en el Carmel, pero terminaron viviendo todos en el Raval.
¿Cuáles eran los lugares clave?
Reina Amalia (Kefta Boys, Cecilio G.) y el MACBA, que era el otro lugar de reunión por excelencia, donde se intercambiaban experiencias no solo musicales sino también de la calle. En el MACBA, entre el 2013 y el 14 te podías encontrar a todo el mundo, de Pxxr Gvng a Mucho Muchacho.
Rosalía pasó de actuar para 50 personas a ser la artista más grande que ha habido en España desde Julio Iglesias
¿Ha ido todo muy rápido?
Los que triunfaron entre el 2015 y el 16 fueron lo nunca visto, gente como Pimp Flaco y Kinder Malo; o Bad Gyal, que pasó de ser una chica 'random' que colaboraba en un tema de P.A.W.N. Gang a actuar en Praga, Roma, Estocolmo; Rosalía pasó de actuar para 50 personas en Robadors a ser lo que es ahora, que es la artista más grande que ha habido en España quizás desde Julio Iglesias. Y gente como Nathy Peluso, un poco más tarde, en 2017, de no conocerla absolutamente nadie a actuar en unos Latin Grammy. Brutal.
¿Cómo empieza El Bloque?
Estuve ocho años en 'Showbizness', que fue mi universidad. Hicimos 200 entrevistas, los teníamos ahí dos horas, fue una experiencia brutal. Se terminó en 2017 y mi idea era hacer radio de tirada nacional. Nos conocíamos, estábamos todos trabajando en precario y con Alicia Álvarez decidimos crear algo donde tuviéramos libertad total. A Radio 3 no les interesó y decidimos hacer el programa, pero de televisión y en Youtube. Reclutamos un equipo: Aleix Mateu, David Camarero, Alba Rupérez, Aida Camprubí, Quique Ramos, Blanca HJ Darger... La inversión era mínima, la sala nos la dejaba el Apolo, después entró Jagger a poner un poco de pasta y, a partir del primer año, Adidas, que nos permitió podernos desplazar e invertir en otros formatos.
¿Cuál dirías que es el origen de esta escena?
Tanto Kefta Boys como Cecilio G i Kaydy Cain fueron los padres de esta escena en España. P.A.W.N. Gang fueron los pioneros de esto en Cataluña y Bad Gyal colaboraba con ellos. Rosalía pertenece a esta escena al cien por cien. Cuando la trajimos al programa en 2016 no la conocía nadie. Yo la conocí a través de Dano, y su videoclip 'Sxtvrnx remix' es como una fotografía de lo que pasaba en Barcelona. Rosalía estaba haciendo su movida flamenca, pero aparte estaba colaborando con gente como DJ Swet, Cálido Lehamo, Mi Amargo, después con Alizzz y C. Tangana... Todos vienen de la misma raíz, que es la escena del rap y el trap aquí en Barcelona.
¿Por qué crees que esto pasa en Barcelona y no en otro lugar?
Es algo cíclico, en 2013 vivíamos un momento de crisis posladrillo, del nada que perder, los chavales con un futuro incierto y a gente como Cecilio G y P.A.W.N. Gang les empezaban a sudar los estándares y lo que pudieran decir de ellos en Youtube. Además, Barcelona parecía dinámica, parecía que ofrecía ciertas oportunidades. Se concentraron aquí estas mentes creativas y disruptivas y se generó esta escena alrededor del MACBA en la que unos y otros se retroalimentaban.
¿Qué se está haciendo ahora en el underground?
Ahora se está haciendo drill, hijos de inmigrantes africanos que están consiguiendo unos números espectaculares con el drill. Es la calle, pero con una vuelta de tuerca más: más violencia, puñaladas, estafas, extorsiones, hablan de una calle aún más dura. Esto es porque el público ha crecido de manera exponencial y los niños de 12 y 13 años se están comiendo esto en Youtube y Tik Tok como si no hubiera un mañana.
En el gueto, en los lugares donde hay marginalidad y pobreza, hay violencia
¿Crees que estas letras tan violentas pueden tener un efecto negativo sobre chicos tan jóvenes?
Yo creo que si tienes una educación de base sólida, entiendes desde muy joven que la música te puede influenciar en la estética, pero que no deja de ser una ficción. En el cine, por ejemplo, no hay tanta presión como con la música. En un entorno como la música urbana parece que tienes que hablar de tus vivencias, pero esto no tiene por qué ser así. Yo sigo pensando que afortunadamente hay mucha ficción. Sí que es verdad que con el drill se están viendo bandas juveniles, lo que a los que tenemos una edad nos choca y no sabemos hasta qué punto es verdad o es mentira. Pero la música no tiene más responsabilidad que la tele o que la sociedad. Porque no nos engañemos, en el gueto, en los lugares donde hay marginalidad y pobreza, hay violencia. Yo trabajo en la Mina y desde principio de año te aseguro que ha habido siete u ocho tiroteos. Esto pasa y a nosotros nos choca, pero mis alumnos tienen interiorizada esta violencia. Hay una parte de ficción, pero también una parte de realidad a la que no le podemos dar la espalda. La Mina es un gueto donde la violencia es bastante cultural, donde hay un orden social de familias (que si la mía tiene más dinero, que si tiene más armas) 'heavy'.
[Pasan unos adolescentes en patinete.]
Monopatines y drill, no falla. Estos chicos son los que están haciendo y escuchando drill. Son chicos que [con la pandemia] han perdido un año de sus vidas y ya veremos en qué resulta, probablemente sus padres han sufrido un ERTE, o los han desahuciado... Y la visión nihilista que había en el 2013 se verá ahora con más razón. A esta gente les ha tocado vivir un momento muy duro, no me extraña que escuchen música más violenta, más rupturista, más antisistema. Tiene sentido.