"Todos estos artistas que se quejan, que hablan demasiado de su obra son unos hipócritas", soltó Lluís Gavaldà. Él está encantado de hablar de 'L'area petita', onceavo disco de Els Pets. Del nuevo álbum y de cómo es el trío de Constantí post bodas de plata, debéis saber esto:
"Es muy bonito celebrar 25 años y que a la gente aún le importe un poco lo que haces, pero estábamos un poco saturados de mirar atrás. Queríamos demostrar que no vivimos de rendas y reinventarnos. Siempre hemos intentado nadar a corriente de nosotros mismos porque con la primera época del grupo no nos sentimos nada identificados".
"Llevábamos cuatros discos –desde 'Respira' (2001)– con el mismo productor, Brad Jones, y estábamos súper contentos, pero estábamos en una zona de confort. La incompatibilidad de agenda con ellos nos dio la excusa perfecta para buscar una persona ajena al grupo que nos hiciera cuestionar las cosas". Esta persona fue Raül Fernandez, 'Refree'. "A la hora de trabajar él propuso una manera de hacer fuera de los cánones, trabajando las canciones una por una. Y hemos conseguido que cada canción tuviese una personalidad propia y deferente a las otras".
"Nuestra carrera es una huída del eclecticismo mal entendido que practicábamos al principio, aquello tan indigesto que ahora hacíamos un ska, ahora un blues, ahora un rockabilly. Después de todos estos años intentando conseguir un lenguaje propio y una coherencia desde 'Sol' (1999), ahora nos hemos visto con fuerza para romper con eso. Cuando le enseñaba las canciones a Raül a veces me decía: ésta está bien, pero ya la has hecho. Y primero me lo tomaba fatal, pero después lo entendía".
"El disco está muy poco editado. Tenías que ir con cuidado porque te despistabas y ya te habían grabado. Raül aposta por la arruga, por no hacer liftings, que la cosa sea real. Y yo también tenía ganas de hacer una cosa así. A veces por ego quieres que te arreglen lo que no ha quedado bien, pero si te lo arreglan no eres tú. Cuando no te maquillan casi te exigen más, y la exigencia es buena".
"Tengo un tic que cansa un poco, y es que las letras se me entienden mucho: tienen principio, final y moral, y a la vuelta lo repito por si alguien todavía no lo había entendido. Quería hacer un poco más de impresionismo. No queríamos sobredimensionar el problema de la crisis porque no nos sentimos a gusto con las letras aleccionadoras. Yo me siento cómodo haciendo letras que hablen un poco de todo, como cuando te tomas un café con un amigo y hablas de cosas importantes, como la Ley Wert, y imbecilidades".