25 momentos inolvidables de la historia del Sónar

El primer año pinchan Sven Väth y Laurent Garnier, pero el grupo que todo el mundo recuerda es Transglobal Underground y su mezcla de techno y música étnica.

Clase magistral de Orbital en concierto: la demostración que la electrónica puede tener tanto carisma, fuerza y poder de emocionar como cualquier otra música.

A Jeff Mills se le corta la corriente eléctrica en medio de una sesión y vuelve a empezar. A pesar de los obstáculos, triunfa como un dios del Olimpo.

Daft Punk hacen su primer concierto en Barcelona y ya traen máscaras. Sabotean sus mismos hits cortándolos en plena subida eufórica.

Kraftwerk son las cabezas de cartel, pero lo más memorable es cierre con cuatro DJs de sábado, hasta que se hace de día. Esta costumbre perdurará.

Richie Hawtin, cuando todavía iba la cabeza rapada y gafas de pasta, hace la sesión de su vida a la Mar Bella. El techno más bestia de la historia

Último año en la Mar Bella, a pesar de que el concierto más marciano es el del pionero alemán Karlheinz Stockhausen, que llena de sonidos extraños el Tívoli.

El Sónar se traslada a la Fira Gran Via de Hospitalet. Escuchamos guitarras (Sonic Youth) y ruidos todavía más infernales (Aphex Twin). Bien.

Tocan Pet Shop Boys, pero suenan viejos y cansados, con su peor disco. La gente se lo pasa mejor bailando, sobre todo en el escenario al aire libre.

Aquel fue el año de Björk, que en su concierto mostró como se utilizaba un nuevo instrumento electrónico catalán, el Reactable.

Nacen nuevos héroes del festival: las mejores fiestas tienen la firma de 2manyDJs, Tiga y del nuevo amigo berlinés de Hawtin, Ricardo Villalobos.

Diplo pincha por primera vez reggaeton en el Sónar, y nadie entiende nada. También sale a rapear con De La Soul un desconocido que se llama Kanye West.

Después de más de veinte años olvidados, reaparecen en directo la mítica banda disco Chic. Poco después, Chic será lo más ídem del mundo.

El gran año del 'dubstep', que estalla en el festival y resuena en todo el mundo. También es cuando James Holden pincha ambiente sin un solo beat.

DJ Yoda pincha hits de los 80 y en la pantalla detrás suyo vemos fragmentos de todas las películas de nuestra vida. Fue para llorar.

Grace Jones, icónica modelo, cantante y actriz, demuestra que es una diva absoluta y con 60 años se reivindica como reina disco. No la pueden hacer bajar del escenario.

Después de casi quince Sónars pinchando, Richie Hawtin por fin hace un directo, disfrazado de Plastikman. La cosa no sale muy bien.

Janelle Monáe pinta un cuadro mientras canta las canciones de su primer disco, The Archandroid. Demasiado arte en tan poco tiempo.

Canciones de amor en el paraíso techno: Lana del Rey hace un de sus primeros conciertos y se transforma repentinamente en la gran dama del chill out.

Los veteranos no saben como reaccionar, pero a los jóvenes les encanta el giro: Skrillex, la nueva estrella de la EDM, congrega más público que Kraftwerk.

Hay gente que no quiere salir del escenario Despacio. Muchos suplicamos que lo traigan cada año, pero no nos hacen caso. Hemos esperado cuatro años.

Nos enamoramos profundamente de FKA Twigs, que hace el concierto más futurista y sensual del año, siempre que no dejémos este honor en manos de Arca.

Un oasis en el SónarComplex: el pianista James Rhodes toca música clásica, mientras afuera todo el mundo baila. No fue avanzado, pero sí bonito.

Björk vuelve al festival y pincha en miércoles sonidos de pájaros y canciones exóticas vestida de momia con un sombrero inmenso. Es una trol.

Volvemos a refugiarnos en el escenario Despacio. Volvemos a suplicar que lo traigan cada año, pero no nos harán caso... hasta el 2022.