El paseo de Gràcia es una zona cada vez más átona. Está llena de lujo y de tiendas para extranjeros con más dinero que buen gusto. El cruce con la calle de Córcega es una excepción. En un pocos metros se encuentra la churrería Trebol, la antigua sede de Convergencia, la clínica de los toreros, Casa Valencia con la capilla de la Geperudeta, un sex-shop, un bingo y la discoteca Imperator. Las noches en el Imperator son memorables.
Los más jóvenes tienen 50 años pero son los de 60 con pantalones de pinza los que acaban subiendo al podio. Claro que también hay señores que juegan al solitario con el móvil mientras la señora baila con las amigas a ritmo de Juan Magán y Enrique Iglesias. Sin embargo, en la pista de baile hay paridad. Quizás es porque la entrada es dos euros más cara para ellos. El algoritmo se debe haber ido afinando y permite que los trenecitos sean canónicos, hombre-mujer-hombre-mujer. Unas pantallas proyectan el nombre de la discoteca con estilo WordArt y se sirven combinados en vasos de tubo. Aún quedan sitios libres de 'selfies' y de la presión de ser original.