Esta es una discoteca de barrio en el buen sentido de la palabra: todo el mundo se conoce. Nadie os mirará por encima del hombro y la gente no va por el posturno ni para ser el más moderno. Sus puntos a favor son mucho, pero hablaremos de dos. El primero es su pista de baile en la planta baja, idónea para absorber grupos numerosos con ganas de fiesta y que dejan a un lado, por un día, los escrúpulos musicales. El segundo, un karaoke en la planta superior que no es del estilo de una habitación japonesa: es una sala amplia con escenario donde poder retorcerse imitando a Elvis.
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