1. Una vida entre mapas y planos
Leonor Ferrer eligió un camino inusual en la vida. A principios del siglo XX no había mujeres que se dedicaran profesionalmente al dibujo técnico, pero esta fue la vocación por la que ella apostó. Sus inicios, sin embargo, tuvieron una parte de azar: en 1898 comenzó a trabajar como telefonista en la Sociedad General de Teléfonos de Barcelona, en un momento en que las telecomunicaciones empezaban a formar parte de la vida cotidiana en las grandes ciudades, y en aquellos días comenzó a mostrar sus dotes para trazar líneas. Cuando se descubrió su habilidad, cambió de departamento e ingresó en la Sección de Dibujo de la compañía como asistente. Allí inició el verdadero camino profesional de su vida. En 1905 fue la primera mujer que obtuvo el título oficial de delineante –un simple trámite en aquel momento, aunque un gran logro en la conquista de la igualdad entre hombres y mujeres profesionales–, y esto le permitió también elevar su jerarquía. Durante su vida trabajó en campos como la cartografía y las comunicaciones, dirigió equipos –formados por hombres y mujeres–, y luchó por la extensión de la enseñanza técnica a las niñas. Esto es importante, ya que al ser una salida laboral especializada, era también una de las mejor remuneradas de su época (y aún hoy en día). Todo esto se puede conocer en detalle porque Ferrer contribuyó a crear una obra técnica que aún se conserva, y también mantuvo una correspondencia que nos permite trazar su camino vital, materiales fundamentales para esta exposición.