1. Montserrat, una historia mítica
Montserrat nació hace mil años. No la montaña, que ya existía, sino el monasterio. Lo fundó un grupo de monjes benedictinos procedentes de Ripoll, liderado por el abad Oliba, y le dieron el nombre de Santa María de Montserrat, en referencia a la forma serrada del macizo montañoso. Era un lugar singular, de acceso no especialmente fácil, y susceptible de despertar un profundo sentimiento místico. Evidentemente, aquellos monjes no podían imaginar que su primera fundación, tan modesta, acabaría convirtiéndose en una abadía de arquitectura imponente y en un centro de reunión del poder político y religioso de lo que acabaría siendo Cataluña. Y es que Montserrat es algo que puede haceros pensar seriamente que los milagros existen: durante todo este tiempo la abadía nunca ha estado completamente abandonada, ha mantenido una continuidad contra todo pronóstico, y ha enriquecido su leyenda con cultura y naturaleza. A su alrededor se han formado instituciones como la Escolanía, un culto religioso antiguo y singular –el de las vírgenes negras, representado en la figura de La Moreneta– y un archivo histórico de gran valor para el país. Dicen incluso que es donde se guarda el Santo Grial, el cáliz con la sangre de Jesucristo.