Los orígenes del Turó Park se remontan a 1912. Y siempre ha sido un parque, pero nunca el mismo. Antes de convertirse en lo que es ahora, un jardín comunal, fue otro tipo de parque; uno de atracciones, que cerró sus puertas en 1929. Después, se convirtió en un jardín de uso vecinal que despertó la curiosidad ajena y, con los años, se ha ido abriendo a la ciudad y a todos sus transeúntes. Cuando el parque temático cerró, sus propietarios (la familia Bertrand-Girona) cedieron la parte central de los terrenos al Ayuntamiento, que la transformó en el parque del Turó y lo dedicó al poeta Eduard Marquina i Angulo, convirtiéndose en el primer pulmón verde de la zona y uno de los pocos en toda la Barcelona de aquel entonces. En poco tiempo, se fue poblando no solo de una abundante biodiversidad vegetal, sino también de cuatro esculturas emblemáticas y una fuente, algunas de ellas dedicadas a personas célebres.
Podéis seguir el ejemplo de otros tantos escritores, que se han escapado a este refugio verde en busca de inspiración. O, simplemente, dejar que el parque os salve del ajetreo urbano de la ‘upper’ Diagonal. Si estáis por otra zona y tenéis estas mismas intenciones, id en busca de alguno de los jardines y parques con encanto que se escampan a lo largo y ancho de la ciudad.
¿Cómo guiarse por el parque?
Si entramos por la entrada principal, encontraremos un pequeño estanque que alberga una escultura en honor al gran violonchelista Pau Casals, dándonos la bienvenida. Seguid los caminos a los que da inicio la plaza en la que se sitúa esta escultura, que acabaréis encontrando un estanque lleno de ninfas, una pradera y, más adelante, la plaza del Teatret (que sigue manteniendo parte de la fisonomía del teatro al aire libre que durante muchos años estuvo activo en el parque), donde hay un quiosco de bebidas ideal para hacer una parada y recostarse entre las sombras.
Flora y arte
Será inevitable que os fijéis en toda la flora que crece aquí y allá, es un parque rico en especies y ejemplares arbóreos excepcionales, tanto por su altura como por su edad. Encontraréis un bosquecillo de encinas, con un sotobosque de plantas arbustivas y trepadoras propias de la vegetación mediterránea, como el durillo; y también toda una colección de palmeras. Si os gustan las flores, la vista os redirigirá a las preciosas magnolias, los pimenteros falsos o los árboles del amor. Os recomendamos que vayáis en busca de las diferentes esculturas que pueblan el parque: la de Apel·les Fenosa, dedicada a Pau Casals; la de Josep Clarà, dedicada a Francesc Viñas; ‘Un Oiseau’, de Jean Michel Folon; y, en la pradera, ‘La ben plantada', de Eloïsa Cerdan, que rinde homenaje al escritor Eugeni d’Ors. No nos olvidemos de la Biga de la Font de l’Aurora, de Joan Borrell i Nicolau, una fuente presidiendo el eje del parterre de las magnolias.
Un paseo literario
Junto con otros parques de la zona alta de la Ciudad Condal, el parque del Turó ha sido un rincón inspirador y escenario de poemas. No es de extrañar que se pueda llevar a cabo una visita literaria, y es que, además, el parque está dedicado a un gran escritor de la época contemporánea, Eduard Marquina. Nació en 1879 en Barcelona y se lo conoce por ‘En Flandes se ha puesto el sol’, uno de sus ‘hits’ del siglo pasado y una obra de teatro en verso. En el recorrido os guiarán artistas de la talla de Federico García Lorca, Fernando Pessoa, Dylan Thomas, Sylvia Plath, Walt Whitman, Narcís Comadira, Salvador Espriu, Joan Vinyoli y Alfonsina Storni.