¿Tenemos que santiguarnos antes de entrar en el templo de la supercomputación? Pedimos la bendición a la cara olmeca que guarda la puerta de la Torre Girona. Entramos en la capilla y rodeamos la urna de cristal dentro de la cual se ordenan cajas, más de 3.000 placas de memoria y hasta 100 kilómetros de fibra óptica que hacen que el ordenador de ordenadores calcule en una hora lo que la máquina de casa resolvería en seis años. El silencio no es sepulcral –hay motores para hacer funcionar y refrigerar el supercomputador– pero lo será cuando este año aprieten el off del Marenostrum 3 para actualizar el ordenador. Lo llaman obsolescencia programada...
Time Out dice
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