Cuando tenía siete años, envió una carta al Palacio de la Zarzuela para hacerle saber al príncipe Felipe que era muy guapo. "Había leído en algún lugar que siempre respondía la correspondencia". Nosotros, que sólo somos monárquicos si nos toca el bicho de porcelana en el roscón de Reyes, ya nos alegramos que en realidad el heredero de los Borbones fuera un desconsiderado. "El hijo de puta no contestó nunca-dice la ultrajada-. Tú te crees? ". Es con desengaños como este que los niños pierden la ingenuidad y se transforman en adolescentes hoscos y rebeldes.
Esto, supongo, ya nos ha pasado a la mayoría. Es el tema de Tot allò que una tarda morí amb les bicicletes. No, no la corona española, sino los chicos que crecen. "En el fondo vuelve a ser una novela generacional, como Egosurfing o Coses que et passen a Barcelona quan tens 30 anys-cuenta Llucia-. Pero aquellas las escribí para divertirme, y para divertir al personal ". Y aquí ha arrugado el entrecejo y se ha puesto seria. El título viene de un verso de Pere Gimferrer. "Le pedí permiso para utilizarlo, porque resume perfectamente mi pregunta: ¿qué pasa cuando aparcas la infancia y te enfrentas al mundo real?". Pues que, por desgracia, los veranos ya no duran tres meses. "Y todos echamos de menos nuestro Verano azul".
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