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[title]Justo delante de nuestra querida catedral, este emblemático hotel del siglo pasado está más vivo que nunca, lleno de historias pintorescas que lo han enriquecido a lo largo de los años. Ahora, con los sobrinos-bisnietos del fundador original al frente –la nueva generación de la familia–, el apellido familiar se recupera para honrar sus raíces. El Hotel Lamaro se renueva para ascender en todos los sentidos. Se estrena como hotel de cinco estrellas, ganando una más, y el prestigioso estudio de interiorismo barcelonés Espai 31 ha diseñado sus nuevos interiores. Además, siguen cuidando el espacio gastronómico, el restaurante Catedral 1951, convirtiéndolo en un verdadero placer para los sentidos –lo que ya es bueno, hay que mantenerlo. Todo está listo, así que podéis visitarlo cuando queráis y formar parte también de su historia. ¿Os apetece tomar algo en su Ático? ¿O quizá comer en su restaurante de estilo mediterráneo? Si preferís pasar la noche allí porque venís de otras tierras y estáis de paso por la capital, este lugar será un refugio que os conectará con la ciudad. Tiene 125 habitaciones de última generación, con comodidad absoluta y vistas de escándalo.
Un referente de la hospitalidad
¿Queréis saber qué ha ocurrido en este edificio por donde han pasado oleadas de gente durante décadas? Hacia los años 50, Antonio Lamaro, un empresario italiano con gran empuje y experiencia en el sector arquitectónico e inmobiliario, lo construyó desde cero. Para asegurarse una habitación cada vez que visitaba la ciudad (lo que no era poco), levantó un refugio en el Barrio Gótico, el barrio que lo dejó fascinado desde el primer momento. El Hotel Colón abrió sus puertas a todos los viajeros que querían hacer de Barcelona su hogar temporal y, rápidamente, se convirtió en un lugar de referencia y tertulia para grandes personalidades de la época, como Tennessee Williams, Sophia Loren, Ernest Hemingway o Joan Miró.
Lamaro, lleno de espacios renovados
Los directores del hotel han querido reforzar la esencia que lo caracteriza y lo ha hecho tan famoso a lo largo de los años: la sofisticación y la calidez. Por ello, el nuevo lujo impregna todos los rincones del renovado Hotel Lamaro, que, en palabras de sus responsables, es "el lujo que no grita, susurra, y se percibe en la calidez del servicio, en el diseño que invita a quedarse y en los pequeños momentos que hacen que un espacio se sienta como en casa". Esta filosofía también se extiende al espacio gastronómico, que ofrece una cocina mediterránea de primer nivel con toques modernos, y al Ático, donde podréis disfrutar de la puesta de sol con la catedral como telón de fondo y una copa exquisita en la mano. Quién sabe… quizá os enamoréis de la ciudad tal como imaginamos que lo hizo Antonio Lamaro en su día.