Así, como el modelo de ocio anterior ya no les iba bien, desde principios de década mucha gente ha decidido juntarse e inventarse nuevas fiestas. Se hacen una vez al mes, y hay para todos los gustos: si eres más de pelo, carne y divas, tienes la POPair; si te gusta más el folklore andaluz y su salero, tienes La Rebujito; si, en cambio, prefieres una fiesta multitudinaria de merienda de domingo con un gran show, no te puedes perder la Churros con Chocolate; Somoslas es la propuesta más indie; Ferdiyei tiene Djs internacionales y en ella suena música realmente interesante; y si eres más canalla y te gusta la electrónica, el sudor, el maquillaje oscuro y el roce, La Ká es la tuya. Estas fiestas se juntan unas cuantas veces al año para montar una muy gorda en Razzmatazz bajo el nombre de Las Cinco, y con finalidades benéficas: una parte de las entradas se dedica a ayudar económicamente a algún proyecto social sin ánimo de lucro que necesite un empujón.
¡Cómo ha cambiado el mapa de la Barcelona marica en los últimos años! De los anuncios de contactos y la barra de bar como nodos para ligar, hemos pasado a las aplicaciones de móvil, y hemos abandonado la centralidad del Gayxample por una escena mucho más diseminada en el espacio y en el tiempo: hoy en día, más que ir cada fin de semana a hacer la ruta por los mismos locales de la misma zona, la oferta LGBT se ha diversificado, ha mutado y se ha escampado por toda la ciudad, a menudo conquistando efímeramente espacios que no eran solo LGBT. De esta manera se incentiva una mezcla y una ruptura de esquemas que nos acerca a un futuro mucho más heterogéneo y permeable, menos compartimentado, como lo es también hoy en día la idea de la propia sexualidad y la diversidad afectiva.