Pues que había un ecosistema vivísimo de tejido social, cultural y artístico que tiraba del carro. Desde 2008 hemos visto cómo las letras, la música, el teatro, la fiesta y el universo de la comunidad LGBTI saltaban la frontera mental que se habían dibujado y pasaban a formar parte del imaginario de todos.
Hemos visto triunfar en los escenarios piezas de Josep Maria Miró, de Marc Rosich y de Guillem Clua. Hemos visto como Blai Bonet, Maria-Mercè Marçal, David Vilaseca, Mireia Calafell o Lluís Maria Todó escribían y eran leídos en clave de género y sexualidad.