1. Nosferatu
F.W. Murnau, 1922
Friedrich Wilhelm Murnau fue el primer director que vio las enormes posibilidades cinematográficas de ‘Drácula’, la novela que Bram Stoker publicó en 1897. Por eso decidió adaptarla, a pesar de no contar con los derechos de la obra. Hizo un cambio aquí y otro allá –en vez de conde Drácula el vampiro se llama Orlok; la plaga no se desata en Inglaterra, sino en Alemania...– pero la historia era la misma. Tanto es así que la viuda de Stoker ganó el juicio que interpuso a la productora, la cual fue condenada a destruir todas las copias de la película. Por suerte para la historia del cine, las copias ya estaban repartidas por todo el mundo y gracias a eso nos podemos horrorizar al ver esta joya del expresionismo alemán. –María José Gómez