Alabama Monroe

13 tatuajes míticos del cine

De Robert Mitchum a Viggo Mortensen, las pieles más dibujadas de la historia

Publicidad

Lo que más nos conmovió de 'Alabama Monroe' es la imagen de Veerle Baetens vestida de 'pin-up' flamenca estirada sobre el capó de la camioneta, con sus dos docenas de tatuajes a la vista. Dice que tiene el mal vicio de tatuarse el nombre de los hombres a los que ama sobre la piel, y que cada vez que alguno le rompe el corazón hace tapar su firma con un nuevo 'tattoo'. Ella es un ejemplo de los tantos personajes con la piel grabada que han protagonizado la gran pantalla. Hemos hecho una lista de los mejores tatuajes de la historia del cine. ¡Y van trece! 

NO TE LO PIERDAS: 10 helados de película

'The pillow book', de Peter Greenaway

El primer héroe de piel tintada es Ewan McGregor. Tenía 24 años, la última edad con la que te puedes permitir ir por el mundo con la media melena de Príncipe de Beukelaer, cuando se prestó de cuello a tobillos para que le tatuaran el argumento de un libro oriental, con todas las letras. Después se convirtió en un ejemplar único, muy codiciado. Es lo que te pasa cuando te transformas en edición limitada.

'Memento', Christopher Nolan

Aquí un pobre pringado no sabía que existe un invento superútil que se llama 'post-it', que se puede comprar por cuatro duros en cualquier papelería de barrio. En vez de tomar apuntes en un bloc de notas, como cualquier detective oficioso, se hacía tatuajes recordatorios. Bien visto, la estrategia era bastante inteligente: imposible perder la información. Lo que pasa es que, el pobre, quedó hecho un cromo.

Publicidad

'La noche del cazador', de Charles Laughton

Robert Mitchum  es el hombre del saco, un diablo vestido de predicador protestante que lleva las palabras 'Love' y 'Hate' tatuadas en los dedos, en letras mayúsculas y tinta negra, como si hubiera metido los puños en una imprenta. Un tatuaje simple, pero muy efectivo. Décadas más tarde le salió un imitador de pacotilla, Charlie de 'Lost'. Pero tenía tan poca clase…

'Elektra', de Rob Bowman

Chris Ackerman es como un pokémon. ¿Su arma? Un zoológico de animales salvajes que lleva estampados en el abdomen, y que cobran vida cada vez que tiene que librar una batalla. Aquí veis un lobo saliendo de sus costillas. Antes era una calcomanía, y ahora ha tomado la forma de una bestia de colmillos tan afilados que te podría abrir en canal con sólo una caricia.

Publicidad

'Sopa de ganso', de Leo McCarey

La versión divertida de Chris Ackerman y su ejército de las tinieblas es el bueno de Harpo Marx. En los despachos de Freedonia se abrió la camisa y enseñó que justo sobre el ombligo tenía una caseta de perro tatuada. Su hermano Groucho, puro en mano, acercó la nariz y, con voz felina, profirió un largo "¡miauuuuu!". Al otro lado de la puerta, un perro con malas pulgas respondió su osadía con un ladrido quejoso.

'Moby Dick', John Huston

Herman Melville ya dejó escrito que Queequeg, aquel indígena que viajaba entre la tripulación del capitán Ahab en la búsqueda de la ballena blanca, tenía la cara como una máscara tribal. En su versión cinematográfica del clásico, John Huston fue un poco más allá. En la peli, los tatuajes de Queequeg tenían un relieve trenzado. Era como si alguien le hubiera trepanado la frente con un punzón.

Publicidad

'Promesas del Este', de David Cronenberg

Todos recordamos la lucha en la sauna turca porque confirmamos una muy extendida sospecha: Viggo Mortensen es un macho bien dotado. Si hubierais desviado la mirada de aquel portento de entrepierna, también hubierais visto que su cuerpo parecía el mapa del tesoro de Long John Silver. El más vistoso era la cruz griega de un palmo que llevaba estampada sobre el esternón.

'El dragón rojo', de Brett Ratner

El de Ralph Fiennes en la última aventura de Hannibal Lecter es una filigrana enroscada que le tapa todos los músculos de la espalda. Recordad que interpreta a Francis Dolarhyde, un asesino en serie que terminaba cada crimen royendo los bracitos de sus víctimas como si fueran patas de pollo. Ya se veía que le faltaba un hervor.

Publicidad

'Tatuaje', de Bigas Luna

Un cadáver es recogido en las aguas de la Barceloneta. No sabemos gran cosa. Sólo que lleva una inscripción en el brazo: "He nacido para revolucionar el infierno". ¿Estamos, quizá, ante de un Lucifer derrotado? Las investigaciones del Pepe Carvalho de Montalbán llegan al cine gracias al añorado Bigas Luna. ¿Sabéis que esta fue su primera película? ¡Incluso antes de 'Bilbao'!

'Náufragos', de Alfred Hitchcock

Había una vez un marinero que se había beneficiado a una damisela en cada puerto en el que había pernoctado. Para no olvidar ninguna de sus conquistas, se había tatuado sus nombres sobre el pecho. Como la de 'Alabama Monroe'. El problema es que el día que ligó perdido en alta mar, en una barca salvavidas que iba a la deriva, no había ninguna aguja a mano para dejar constancia. Por suerte, ella llevaba un pintalabios rojo. No era gran cosa, pero cumplió su función.

Publicidad

'Mud', de Jeff Nichols

Matthew McConaughey es un fugitivo de la ley, un Tom Sawyer perseguido por la justicia. ¿Entonces qué hace en una playa, arriesgándose a que lo pillen? Se ve que espera a una rubia escultural que lleva una bandada de ruiseñores azules tatuados en la nuca. Se han hecho muchas tonterías en nombre del amor. Cualquier criminal, incluso el más duro del patíbulo, se hubiera dejado pillar por una mujer así.

'Corazón roto', de Martin Bell

El protocolo de los héroes americanos requiere un tatuaje sobre el bíceps. Es como la marca en hierro forjado que llevan las vacas de granja, en señal de control de calidad. Puede ser la cara de Lincoln o un 'Amor de mare'. En cualquier caso, un tipo como Jeff Bridges no podía fallar. Ahora ya puede llevar un bigote frondoso, la cazadora tejana con pelliza en los hombros y lo que haga falta.

Publicidad

'El cabo del miedo', de Martin Scorsese

Acabamos la lista con Robert De Niro, que aquí interpretaba a un ex convicto que había cumplido catorce años de condena por haber violado y apalear a una chica de diecisiete años. La prueba de sus tiempos de presidiario eran una serie de dibujos imborrables que se había hecho por todo el cuerpo. Más que una persona parecía una enciclopedia juvenil ilustrada. Y tenía mucha sed de venganza.

Recomendado
    También te gustará
    También te gustará
    Publicidad