Ioga per nens
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Yoga para niños en Barcelona

Yogui Kids y Happy Milk: ¡dos espacios donde los pequeños pueden acercarse al yoga!

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“Fuera está lloviendo pero nosotros, hoy, vamos a ir a la playa. ¿Os parece?". Así comienza la clase de hoy. Estamos en Yogui Kids una escuela de yoga para niños donde los sábados por la mañana, grandes y pequeños, comparten sesión. A las 11 h comienza un viaje de casi una hora que iniciamos encima de una esterilla que, en nuestra cabeza, coge forma de toalla. Nos sentamos en círculo, nos recordamos los nombres y, a petición de un pequeño, decimos también cual es nuestro animal preferido. Estiramos espalda y brazos con la excusa de ponernos crema, nos convertimos en un barco, cogemos unos remos para llegar hasta una isla... Aquí, el yoga y las posturas fluyen de la mano de la imaginación y la creatividad: ¡toca jugar!

Yogui Kids (Hortensia, 12) nació de la mano de Mamen Duch, actriz, miembro de la compañía T de Teatre y, también, maestra de yoga para niños desde 2008. "Durante muchos años he hecho clases de teatro con adolescentes y veía que estaban rígidos, les faltaba colocación, flexibilidad... mi hermana vivía en Nueva York y, hace unos diez años, me comentó que allí hacían sesiones de yoga para niños. Fui a verlo y me dije: ¡es eso! El yoga se convertía en una herramienta perfecta para mantener habilidades que tenemos innatas. Lo tenemos todo al nacer, no lo perdamos, ¡potenciémoslo!", explica Duch. Tras formarse en Norteamérica abrió Yogui Kids: una escuela de yoga para niños en Montjuïc.

Volvemos a la clase y nos convertimos en tiburones, en ballenas y, también, en palmeras. Las posturas nacen de la imitación de la naturaleza. Hacemos 'miau', ponemos cara de pez y nos transformamos en pulpo. "¿Cuántas patas tiene? Ocho, ¿verdad?” Para crear un pulpo en condiciones nos unimos pequeños y mayores y le damos forma. Cuando nos convertimos en tortuga, los padres aprovechan para besar a los pequeños y, después de hacer el guerrero, nos estiramos en el suelo, nos damos las manos para formar una estrella de mar y nos relajamos.

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"Las clases de yoga para niños son más dinámicas. Es importante imaginar un cuento, una historia y, a partir de ahí, ir de una postura a otra. Esto hace que estén en el aquí, despiertos y concentrados. Sienten que están jugando pero reciben todos los beneficios: alineación, colocación, calma, estiramiento... Y la relajación final es magia", explica Duch. En Yogui Kids tienen grupos de niños de 4 a 8 años, de 6 a 12, a partir de 9, o sesiones en inglés desde los 5 –"es importante trabajar por franjas de edad para hacerlo más profundamente"–. Los viernes tienen un grupo de niñas que empezaron viniendo con los padres y que, después, siguieron. Conocen las posturas, empiezan a meditar y saben qué necesitan. "Me dicen: esta semana ha sido dura, queremos más relajación. Hago la clase a la carta. La llevo pensada pero según cómo esté el niño la tengo que adaptar". ¿Pensáis que vuestros pequeños no podrán estar en silencio ni dos segundos? Mamen nos dice que algunos le piden hacer relajación toda la hora. La idea es, también, darles herramientas para saber qué necesitan. "Les hacemos reconocer la emoción que sienten: el estrés, la angustia, los miedos... una vez eres consciente de todo ello es cuando lo puedes cambiar", dice Duch.

Los sábados por la mañana es cuando padres e hijos hacen yoga juntos: "se crea un vínculo muy especial". Los mayores, además de hacer asanas, aprenden a conocer más al pequeño y se llevan un par de trucos. "Cogemos un vaso de agua y una caña y soplamos. Sí. ¡Hacemos eso que no les dejamos hacer nunca en casa! El agua es muy relajante y hacer burbujas dentro del vaso va muy bien para la respiración". Así, cada pareja piensa una canción y la interpreta con vaso y caña y el resto intentan descubrir qué se esconde detrás de los sonidos: un 'sol solet', un 'la lluna la pruna', un 'gegant del pi'... "Se cree que el yoga no es movido pero sí lo es. Te mueves mucho para luego buscar la calma".

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En Happy Milk (Casp, 46) también invitan a los pequeños a probar el yoga de la mano de 'Play Yoga'. De nuevo, el juego es protagonista. "Son sesiones muy divertidas, que fomentan la creatividad, la expresión corporal y la imaginación. Se trata precisamente de eso, de jugar a yoga convirtiéndose en diferentes animales. También hay momentos en que se genera un estado de concentración o de silencio increíble", nos explica Nanouc Van Der Velde, creadora de este club para madres e hijos. En el taller, explican, los niños aprenden a confiar en sí mismos, a mover su cuerpo o relajarse a través de juegos, ejercicios de equilibrio o posturas de yoga. Las clases se realizan una vez por semana y van dirigidas a niños de entre 4 y 7 años. "También tenemos yoga para madres y bebés. Es una oportunidad para que la mujer esté en contacto con el bebé pero pensando también en sí misma. Aporta felicidad a la madre y eso el niño lo nota. Parece muy sencillo pero un niño feliz es el que tiene una madre que lo es", explica Van Der Velde. Movimiento, respiración y meditación compartida... es la idea de este yoga que nutre el vínculo entre los dos y ayuda a la recuperación del cuerpo de la mujer: de la pelvis, el perineo o la espalda. ¿El entorno? Un espacio inmenso, luminoso y dedicado al 100% a la maternidad donde encontraréis yoga pero, también, un coworking, un lounge o un montón más de actividades para pequeños y mayores: los ‘messy moments’, un taller de robótica en inglés o un grupo de lactancia.

Ahora que los mayores tenemos mil opciones para acercarnos al yoga, Yogui Kids y Happy Milk son dos espacios que también miran hacia los más pequeños. Todo, en un momento, en que educadores y psicólogos ya lo empiezan a señalar como una buena herramienta para los niños. Mamen Duch ya ha colaborado con escuelas y maestros: formándolos y dándoles herramientas para que practiquen yoga con los alumnos al llegar a la escuela o después del patio. "También trabajé con adolescentes en época de exámenes. Ellos mismos notan que van estresados y ven que el yoga les ayuda. Se les ha de hacer entrar en la disciplina suavemente, jugando y acaban por ver que se encuentran muy bien en este espacio interior que descubren", concluye Duch.

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