La comunidad
La convocatoria de Gabriel era para gente que quisiera jugar. Y a su llamada acudieron jugadores de diferentes países, con los que ha acabado formando una comunidad de Street Football muy internacional. Primero jugaron unos quince, ahora son cientos. “Estoy muy contento de tener gente de todos lados, hombres, mujeres, adolescentes, en realidad no hay ninguna clase de filtro en ese sentido”, afirma. Su intención es utilizar el fútbol como un lenguaje universal. Y, aunque hay muchos jugadores fijos, cada semana se apuntan nuevos fichajes. “Ha venido gente de otras provincias e incluso vinieron unos chicos de Marsella a jugar un torneo aquí. Somos los únicos en el país que estamos promoviendo la cultura del Street Football, hay organizadores de partidos, pero nosotros somos de otra carnaza”.