Equilibristas, acróbatas, payasos o contorsionistas. Una gran carpa. Luces y colores. Risas. Sorpresas. ¡Un espectáculo en mayúsculas! Todo esto, y más, nos viene a la mente cuando pensamos en la palabra ‘circo’. Pero ¿y si la incorporamos en la educación de nuestros pequeños? Además de divertirse descubriendo el circo trabajarán la psicomotricidad, la coordinación y la lateralidad. Además, crearán vínculos y relaciones muy diferentes de aquellas que pueden surgir practicando una actividad física competitiva. "En la mayoría de deportes si no tienes las condiciones te quedas fuera. Cuando los pequeños se acercan al circo, generas con ellos un trabajo en grupo, un juego cooperativo donde aprenden que si alguien lo hace mejor que ellos, esto también puede ser bueno. Todo el mundo puede aportar algo, todos son personas que se expresan, que hacen, que pueden ser importantes". Quien habla es Gerardo Casali, alias el Negro, uno de los fundadores de la Escola de Circ Quina Gracia.
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