Bike Polo

Bike Polo en Barcelona

¡Una bici, un bastón y a marcar goles!

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Barriendo. Así comienzan las noches de bike polo de Filipa, Marie, Javi o Miguel. Todos los lunes y miércoles barren con paciencia y, poco a poco, vacían de arena la pista que se esconde dentro de los jardines de la Hispanidad. Las bicis esperan al lado. Una vez lista, comienza la fiesta. ¡Olvidaos de los caballos! Aquí, la protagonista tiene dos ruedas y responde al nombre de bicicleta. Tres jugadores por equipo, dos porterías y un objetivo: marcar goles. ¿Prohibido? ¡Poner el pie en el suelo! Juegan a Hardcourt Bike Polo en Barcelona y desde hace unos años su punto de encuentro es una pista redonda de patinaje, ajardinada, muy cerca de la Sagrada Familia y que se conoce como la aspirina. "Nos encontramos sobre las nueve de la noche y depende de la energía y del día nos podemos estar hasta las dos o las tres de la madrugada. Imagínate, si tuviéramos una pista rectangular, en condiciones y que no se llenara de arena cada dos por tres... ", nos dicen.

Este bike polo urbano nació del bendito aburrimiento de un grupo de mensajeros de Seattle y, ahora, se juega en comunidades de todo el mundo. La de Barcelona camina desde 2009 y va a rachas. "Somos de todas partes. Hay gente de Portugal, de Italia, de Chile, de Perú, de Francia... muchos jugamos un tiempo pero estamos de paso, así que el grupo se renueva constantemente. En los últimos meses hemos sumado bastantes jugadores nuevos". Ahora, son una treintena los que pedalean hasta la Hispanidad cada noche: para jugar a bike polo o, simplemente, para charlar y verse.

La cosa va así: llegan, ponen la pista a punto y, de forma natural, seis suben a la bici para jugar un partido que se alarga unos 10 minutos o hasta que un equipo consigue cinco goles. Y luego viene otro y otro y otro... "Al principio se jugaba con fixies pero ahora ya hay bicis específicas de polo: tienen sólo un freno, no llevan marchas y son juguetonas. Son más pequeñas pero más resistentes, con unas ruedas más gruesas". ¿Queréis una? "Hablad con Alejandro". Creador de las marcas La Hija de la Coneja y El Perro de Mallet fabrica bicis y accesorios en Barcelona.
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Para empezar, acercaos por la Hispanidad. Os dejarán bici, casco –como los de hockey–, guantes y mallet. ¿Eing? Este último es el bastón, el palo que se utiliza para golpear la bola. Con todo puesto, entramos a la aspirina y formamos equipo con dos jugadores top, Javi y Miguel. En una mano sostenemos el mallet, con la otra apretamos el freno y los pies no deben tocar el suelo: "Bueno, como estás empezando... tranquila, si te caes no pasa nada". ¡Gracias! Ante todo nos recomiendan que rodemos un poco, que nos acostumbremos a la bici. Ya a punto, nos colocamos a ambos lados del campo, mientras el balón está en medio. Pitido inicial y a por ella. Pedaleamos cómodamente, nos sentimos libres, felices y nos divertimos. Eso sí, cuando intentamos conducir la bola o golpearla, es un drama. "¡Muy bien! ¡Qué parada! ¡Sigue así! ". No se cansan de decírnoslo, nos miran con buenos ojos. Ponemos el pie más de una vez en el suelo pero no nos caemos ni chocamos. Jugamos con polistas con experiencia que tienen un control total de la bici y que hacen auténticas filigranas. ¿Un ejemplo? El gol de ‘tacón’ de Miguel. ¡De traca!
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¿Cómo han llegado al bike polo? ¡Es la pregunta por excelencia! Algunos los ven un día y piden probar, otros lo conocen porque trabajan en una tienda de bicis, son mensajeros, hacen BMX o downhill... "Yo empecé a jugar en Shangai. Con unos colegas creamos un grupo de la nada, jugábamos bajo un puente y éramos totalmente amateurs. Aquí, en Barcelona, ​​mejoras muchísimo porque hay más gente que lo practica, se hacen campeonatos..." nos dice Miguel.

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De hecho, juegan en la Liga del Sol, formada por equipos principalmente franceses pero también participan en torneos puntuales que se hacen en todo el mundo. También, en Barcelona, ​​son anfitriones del campeonato que se organiza en el marco del Rueda, el festival de cine ciclista. "Los equipos no suelen ser fijos, nos mezclamos para que todo el mundo juegue y para pasarlo bien. Nos encontramos con jugadores de todo el mundo. Vamos, tenemos casa en mil lugares porque, al final, acabamos conociéndonos todos y somos amigos dentro y fuera del campo".

Urbano y para todos, no elitista. Y, divertido. "Mucho, engancha". Y fácil de probar. Tanto como pasar cualquier lunes o miércoles por el parque de la Hispanidad. No hace falta llevar nada. Bueno, tal vez algo de picar pero nada más. La bici y demás lo ponen ellos, vosotros sólo tenéis que preocuparos de engancharos al juego. Aunque aprecian a la aspirina, les gustaría ampliar la familia de jugadores y tener una casa –rectangular– propia.
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