La ermita de Sant Medir
Para los que somos nacidos en Gràcia, Sarrià, Sant Gervasi o La Bordeta, Sant Medir es sinónimo de caramelos. Cuando aún no levantábamos ni un palmo del suelo ya bajábamos a la calle para vivir en directo esta cabalgata, mucho más pequeña que la de Reyes pero, para nosotros, más mágica. La fiesta se celebra cada año en los barrios, pero al mediodía todos los grupos suben hasta la Ermita de Sant Medir, en Collserola. Este santuario es de origen románico –vaya, más viejo que todos nosotros– y aunque se encuentra ya en el término municipal de Sant Cugat se puede llegar en una caminata.
Plantaos en Mundet: a pie, en metro... y si lo hacéis en coche, aparcad junto a la Facultad de Psicología de la Universidad de Barcelona donde hay una explanada a los pies del camino por donde empezaremos nuestra ruta. De entrada, no caminéis a un ritmo muy alto porque os espera una buena subidita en zigzag que no tiene una pendiente muy pronunciada, pero es larga y persistente. No os obsesionéis con ella y aprovechad para levantar la vista y disfrutar de la panorámica: se ve toda Barcelona.
Después de un par de kilómetros de subida, encontraréis un cruce que os obligará a escoger: o el paseo de las Aguas o el Turó de Valldaura y el de Magarola. Id a por los segundos. Eso sí, no será necesario que lleguéis hasta ellos. Seguimos recto y al encontrarnos con tres opciones más de camino giramos a la derecha para acabar de lleno en un cartel donde aparece nuestro objeto de deseo: la Ermita de Sant Medir. ¡Relajaos porque ahora todo es cuesta abajo! En los kilómetros que os separan del santuario se mezclarán senderos rodeados de vegetación con caminos más anchos: ¿todo este bosque hay en Barcelona? ¡Sí! Encadenad la calle del Saüc, con la de Llentiscle y la de l’Espàrrec y para tocar con las manos la ermita solo os faltará hacer un último esfuerzo en una subida fuerte pero corta.
Ubicada en un claro, es pequeña pero entrañable. Si habéis pasado calor, aquí encontraréis la fuente del Camp del Miracle donde podréis remojaros o beber un poco de agua. Si habéis pensado en quedaros un rato llevad comida y mantel de casa porque hay unas mesas ideales para hacer un pícnic. Comed, charlad y que los pequeños jueguen entre la vegetación que rodea la zona.