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15 preguntas que nos hacemos sobre el Bicing

¡Los porqués del servicio de bici de la ciudad!

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Os lo confesamos: con el Bicing todavía no lo tenemos claro. Lo queremos y lo odiamos. Hay días en que nos hace las personas más felices del mundo y otros en los que tiraríamos el carné bien lejos para no volver a verlo. Ahora, en un año, pasamos horas y horas pedaleando. Y, yendo en bici hay mucho tiempo para pensar. Tenemos un buen número de preguntas que nos rondan la cabeza cada vez que rodamos en Bicing por la ciudad.

¿Por qué nos toca siempre la bici que está más lejos?

En serio, nos pasa siempre. Es poner el carné y que la pantallita nos diga: bici número 28. ¿Perdón? Esté llena o prácticamente vacía, el sistema siempre nos da la más lejana. Hemos probado de poner velas en la Catedral pero no hay manera. Pero miremos el lado positivo: el Bicing es tan inteligente que quiere promover el ejercicio y por eso nos hace caminar un poco antes de que podamos empezar a rodar. ¡Gracias!

¿Por qué somos los únicos que lo cogemos de subida?

Dicen que una de las mejores maneras para distinguir a un barcelonés de verdad de uno de mentira es que un autóctono nunca opta por el Bicing para ir de mar a montaña: sólo lo elige de bajada. Va, nosotros, somos de aquí y desde hace unos meses hemos roto la barrera: pedaleamos de subida y aún estamos vivos. Haced un favor a los de los barrios altos y seguid nuestro ejemplo que si no nunca tienen bicis.
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Quedan bicis... ¿por qué me dices que no hay ninguna disponible?

Estáis a poco más de 100 metros de la estación y respiráis aliviados: hay bicis. Ponéis la tarjeta y... ¡nooooo! El temido mensaje: En estos momentos no hay ninguna bici disponible. A todos nos ha pasado. Id a las estaciones que os quedan cerca y olvidaos de las cuatro que quedan en esta: tendrán un pedal roto, un freno que no funciona bien, una cadena salida o estarán ancladas mal. ¡No os interesan!

¿Por qué nadie lleva casco?

No vamos desencaminados si decimos que sólo un 25% de los ciclistas que circulan por Barcelona llevan casco. Ahora, la media se reduce una barbaridad cuando hablamos de los usuarios del bicing. ¿Habéis visto alguno que lleve? Son una especie en extinción. Da pereza cargarlo todo el día pero os hará ir mucho más seguros. Si buscáis alguno veréis que hay incluso cascos plegables.
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¿Cuántos usuarios somos?

Una por aquí, otra por allá... Barcelona está llena de ciclistas en bicis rojas y blancas. En total, según la web del Bicing la ciudad cuenta con 6.000 bicicletas y somos 99.772 abonados. ¡Cerca de los cien mil! Al mes se hacen 1.327.460 usos y al año más de diez millones. ¿El tiempo medio de viaje? 13,29 minutos.

¿Cuáles son las paradas más populares?

Si no pasáis por las estaciones de Plaza Universidad (núm. 79), de la Calle Bonavista 14 (núm. 223) o de La Rambla 80 (núm. 55) sois una ‘rara avis’. Estas tres forman el top 3 de estaciones más utilizadas durante el último mes con una media de 580 usos en un día.
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¿Por qué somos la envidia de los turistas?

Quizás sólo nos pasa a nosotros pero al menos una vez al mes un turista se acerca y nos dice: "¿Cómo puedo hacerlo para coger una bici de estas?". ¡Jajaja! Son nuestras, pensamos. Amablemente les decimos que "we are so sorry" pero que es un servicio a contratar anualmente y que nos permite hacer gratuitamente trayectos de 30 minutos.

¿Por qué nos pone de tan buen humor ir en bici (ng)?

'Soy una persona nueva'. ¡No bromeamos! Así es como nos sentimos. Desde hace cerca de un año la bici, y en su defecto, el bicing, es nuestro transporte principal para movernos. Con legañas y digiriendo aún el café, nos subimos cada mañana a nuestra amiga de dos ruedas para ir hasta el trabajo y, ocho horas más tarde, volvemos. Somos más felices, ¡palabra!
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¿Por qué los coches y los peatones nos odian?

Hablemos claro. Nos miran mal. O quizás somos nosotros que somos unos malpensados ​​y tenemos la mirada sucia. Es la sensación que tenemos. Rodamos por una calle estrecha con un coche pegado detrás y un conductor que se muerde las uñas para no tocarnos el claxon. Bajamos por el carril bici de Comte Urgell, hay un par de peatones barrándonos el paso así que hacemos sonar el timbre con miedo: ¡perdón, perdón! Ah y desde aquí no defenderemos saltarse un semáforo en rojo pero si se os ocurre hacerlo, aunque sea un martes a las 2h de la madrugada… si os ve algún paseante... preparaos. Claro, ¡ellos nunca se saltan ninguno caminando!

¿Por qué nos hace tanta ilusión pasar por la Plaza Tetuán?

Por el contador de bicis. Es tan mono. De entrada parece un termómetro o un opi más de la ciudad pero no, ¡es nuestro! 400, 40... son las bicis que han pasado durante el día. Cuando pasamos por su lado sumamos una más. Sí, aquel nuevo numerito somos nosotros y al parecer ¡no estamos solos! Desde que lo descubrimos intentamos visitarlo una vez al día.
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