Rutes Bicing
© David Grau Rutes Bicing
© David Grau

11 cosas que te habrán pasado si vas en bici por Barcelona

Tranquilos, no estáis solos ¡la bicicleta nos une!

Publicidad

En Bicing, en fixie o en mountain bike. Confesadlo. Vosotros también vais sobre dos ruedas por Barcelona. Práctico, económico y eco-friendly. Según datos del Ayuntamiento de Barcelona, ​​cada día se hacen más de 117.415 desplazamientos en bici y un 33'1% de los mismos son en Bicing. Vamos, que no estáis solos. Nosotros también somos de los que pedaleamos por Barcelona. ¿Hacemos terapia? Para desahogarnos un poco hemos hecho una lista con 11 situaciones que hemos vivido desde que nos movemos con los pies en los pedales y las manos en el manillar.

1. Adiós carril bici

Pedaleamos, vamos a buen ritmo y nos sentimos seguros pero, de repente... ¡Zasca! Aquel carril bici que nos ha llevado hasta muy cerca de nuestro destino ha desaparecido como por arte de magia. Algunos no vuelven y otros se cortan durante unos metros. Sí, tenemos ya 116 km de carril y para el 2018 se espera que lleguemos hasta los 308 pero, hoy, esto no es más que el 8% de la longitud total de la red de calles de la ciudad. Paradas de bus, de metro... son algunos de los obstáculos que pasan por delante de nuestros queridos carriles. Con tantos cortes, nosotros, siempre, nos hacemos un lío en la zona de Plaza España, el hotel Catalonia Plaza y la Gran Via.

2. Soy delgada pero no tanto

¿Sabéis estos sprints locos que hacen los ciclistas del Tour? Sí, aquellos donde todos mueven el manillar y el cuerpo con precisión para colocarse en la mejor posición y no caer en el intento. Pues así nos sentimos nosotros cuando por el camino nos cruzamos con uno de estos carriles bici estrechos –muy estrechos– y que, encima, son bidireccionales. ¿Nuestro favorito? El de la calle Londres.
Publicidad

3. Contenedores, motos... ¡Hola!

Ponemos la directa. Bajamos por Comte Urgell dirección al Mercado de Sant Antoni. Bueno, hay carril bici y todo está en orden. Eso sí, cuando ya estábamos con los ojos concentrados en el próximo semáforo... ¡zas! Unos milímetros y un golpe de muñeca rápido nos salvan de atropellar a un peatón que iba a buscar su moto. “¡Tenías un ceda!", nos dice. Toda la razón. Motoristas o, simplemente, vecinos que quieren tirar la basura se ven obligados a invadir carriles bici como el de Urgell para hacerlo. Hay marcas en el suelo sí pero, de entrada, cuesta acostumbrarse.

4. Solazo en el semáforo

"Aguanta, no cambies aún, por favor que me dé tiempo a cruzar...". No sé vosotros pero, nosotros, nos repetimos interiormente este mantra cada vez que nos acercamos a un semáforo que está completamente bañado por el sol. ¿Exagerados? Quizás un poco. Eso sí, el día que os toque esperar a que se ponga de nuevo verde el semáforo, rezad para que haya algún árbol cerca y no os toque de lleno el solazo. Si no tenéis suerte, serán unos minutos de tensión y sudor dignos de una peli de Tarantino.
Publicidad

5. No hay bici

La app nos dice que quedan dos bicis en la estación. ¡Bingo! Llegas, las ves, entras en un estado de felicidad máxima y... todo se desinfla cuando lees el temido mensaje en la pantallita: "En estos momentos no tenemos ninguna bicicleta disponible". ¿Cómo? ¡Hay dos!". Nada. El Bicing merecería un capítulo aparte. Asientos que se mueven, frenos y marchas que no funcionan, estaciones llenas –o vacías–. Eso sí, el día que va de 10 –que también pasa– vuelves a enamorarte como una loca de tu querido Bicing.

6. Hola valla, ¿qué haces aquí?

¿Habéis rodado por el frente marítimo? A pesar del tráfico de locales y turistas, runners, patinadores y demás, se acerca bastante a lo que podríamos describir como una sensación agradable. La brisa marina, el sol y el aire ligero que te acompañan... Pero cuando estamos a punto de sentirnos casi como dentro de un capítulo de ‘Verano Azul’ unas vallas amarillas y negras rompen nuestro estado de éxtasis. Están justo en la zona del Club Natació Barcelona y, sí, son perfectas para avisarnos de que hay una entrada al gimnasio pero... ¿en serio no podíamos encontrar una solución más práctica? Aparecen de repente, invaden el carril bici y nos vallan por completo el paso. ¡Son peligrosas!
Publicidad

7. Sufriendo por nuestra vida en Via Laietana, Muntaner o Balmes

La normativa dicta que las bicicletas deben circular por la parte central del carril, prioritariamente el carril reservado a bicicletas y en caso de que no exista, por el lado derecho de la carretera, junto a la acera. Está prohibido circular por carriles reservados a otros vehículos (el carril bus y taxi, para ser más claros). Esto implica que en calles como Gran de Gràcia, Muntaner, Balmes o vía Laietana a los ciclistas nos toca ir por el carril central, por donde circulan el resto de coches. No queremos ser dramáticos pero, nosotros, sinceramente, hay días que sufrimos por nuestra integridad.

8. ¡Soy la reina del mundo!

Por mucha rabia que nos dé el anuncio de Estrella Damm y su eslogan 'Las pequeñas cosas' tenemos que admitir que es cierto. Rodar por el Paralelo, por Josep Tarradellas o por el paseo de San Juan o pedalear por la noche a nuestro aire por cualquier calle y sin gente cerca es un gustazo. "¡Soy la reina del mundo!". Sí, nos sentimos como Leo DiCaprio en ‘Titanic’. Y todo gracias a las pequeñas cosas.
Publicidad

9. Miedo a dejarla sola

"A mí 2", "a mí 4", "a mí, por suerte, nunca me la han robado todavía". Es el pan de cada día. Haced la prueba. Preguntad a amigos ciclistas cuántas bicis les han robado. Si son nuevas, son caramelitos muy jugosos. Si son viejas, son un blanco fácil para hacerse con según qué piezas. Entre que encontrar aparcamiento es una odisea porque no hay muchos y está prohibido atarla a árboles, semáforos, bancos, contenedores, papeleras, marquesinas de transporte y otros elementos del mobiliario urbano y que vivimos en una ciudad que parece estar llena de ladrones de bicicletas... nosotros hemos desistido y hemos optado por el Bicing.

10. Mil bolsas

El casco, la fiambrera, el asiento, la rueda... ¿luego la gente se extraña de que lleves tantas bolsas? La vida del ciclista barcelonés es dura. Reíd, reíd. Si queremos ir en bici, comer como en casa y que no nos roben a la amiga de dos ruedas, cargarnos de bolsas y accesorios es la única opción.
Publicidad

11. Ascensores

Si no queréis ceder –bien hecho– y os empeñáis en conducir vuestra propia bici, seguro que en algún momento os habéis topado con un odioso ascensor. Llegas a una oficina, casa, restaurante... y tienes que subir la bici: opción 1, escaleras; opción 2, ascensor. Vamos hacia el amigo mecánico pero una vez abiertas las puertas, nos damos cuenta que introducir la bici será un reto digno del mejor contorsionista y que acabaremos más sudados que las camisas de Camacho.
Recomendado
    También te gustará
    También te gustará
    Publicidad