En 1927 José Obach cogió una tienda de sombreros de señora y la convirtió en una de artículos exclusivos para hombre. El ritual era el siguiente: cuando entraba el cliente se le ofrecía una silla y se ponía el cenicero encima del mostrador. Fumando con tranquilidad, el habano duraba alrededor de una hora y después de los 60 minutos el hombre había comprado un par de sombreros. Los más clásicos, en los mismos muebles, encontrarán Borsalino, Steson, Mays y panamás. Las mujeres también podrán mirar, probarse y salir con un sombrero puesto.