Vinçon
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Adiós a Vinçon: una despedida a la tienda de diseño en seis imágenes

Paseamos por el espacio emblemático de Paseo de Gràcia antes que cambie de cara

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La cuenta atrás para el cierre del Vinçon es efectiva. La tienda, que dirige la familia Amat, baja la persiana después de años de crisis y deja en la calle a los 48 trabajadores de la plantilla; a otro nivel, también deja un poco huérfanos a los curiosos y amantes del diseño. Pasad por el espacio de Paseo de Gràcia para conseguir algún recuerdo (cada día aplicarán un descuento diferente, en función del día del mes, como en una subasta de pescado) y, si sois nostálgicos, pasead por última vez por la tienda que tanto nos ha hecho suspirar y desear libretas, relojes, sillas, peluches, cuchillos y lámparas. Nosotros ya le hemos dicho adiós...

Una ceremonia de despedida

No son las diez de la mañana y la tienda todavía duerme. Aprovechamos para retratar los escaparates de Vinçon, elemento distintivo de la tienda que periódicamente ha cedido este espacio a artistas y creadores para montar instalaciones memorables. Las de la foto son de Antonio Iglesias, escaparatista de Vinçon durante 20 años; se despide de la tienda con unas escenografías simbólicas, con textos de T. S. Eliot y Simone de Beauvoir que la gente, siempre tan ajetreada, se detiene a leer. Beauvoir dialoga con Jean-Paul Sartre de una tele a la otra, unidos por un caminito de tizas y bolígrafos; "¿es esta la ceremonia de despedida?", le dice ella en un libro que evoca diez años de su relación. Nuestra relación con Vinçon se ha alargado más de cuatro decenios y solo por eso ya les echaremos de menos.

El neón de Paseo de Gràcia

Las galerías que se abren como la boca del lobo en la fachada de la ecléctica casa Casas-Carbó siempre serán los escaparates de Vinçon por mucho que el negocio cambie de orientación y se convierta en una franquicia más, una tienda al uso. Cuelgan los neones con tipografía de palo, un rótulo de los históricos del Paseo de Gràcia que hasta ahora compartían protagonismo con La Pedrera. Dentro de la tienda, se esconden muchos iconos del diseño, desde los cubos de fregar de plástico transparente, pasando por las libretas Moleskine u otro súper ventas, el farolillo 'Follow me' de Marset. Para los fetichistas, otro clásico que todavía no se ha agotado; el calendario que diseñó America Sánchez en los años 70. El de 2015 será de los objetos para guardar.

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Bolsas para la colección

Vinçon también son sus bolsas, ediciones limitadas diseñadas por artistas como Mariscal, America Sánchez, Pati Nuñez, Juli Capella y Leonard Beard. No hay forma de esconder que los estantes de la tienda están vacíos –ya se han devuelto muchos productos a los distribuidores–, pero ¿cómo hacer que luzcan hasta que Vinçon cierre las puertas definitivamente? Con un gesto que nos recuerda las serigrafías de latas de sopa Campbell de Warhol, pero decorado con la mano pop de Sánchez y el hombre que engulle ladrillos de Beard (¿hasta cuándo comeremos ladrillos?)

Bautizo de diseño

Aquí una acotación personal: las Moleskine, las libretas que acompañaron a los artistas y escritores de la modernidad a principios del siglo XX, las descubrí en Vinçon, como las aceiteras de Marquina, las lámparas de Milà y la precisión suiza de Montaine. Pasear por la tienda era como hojear una enciclopedia, servía de inspiración y, cuando la economía acompañaba, era la salvación para quien buscaba el regalo perfecto. También ha funcionado como espacio de evasión para quienes nos conformamos con regalarnos la vista y el alma a base de objetos bonitos. Lamentablemente, la crisis y las nueva formas de consumo han condenado a un negocio muy del siglo XX y es que a las tiendas, por muy emblemáticas que sean, también se las acaba llevando el viento...

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Dos joyas en una

El neón de Luminosos Villoro guía la ascensión hacia la planta noble de Vinçon; además de descubrir objetos de deseo con forma de mueble (prohibitivos, sí, ¡pero qué muebles!), la visita deja al visitante con la boca abierta. La galería de estilo ecléctico, los mosaicos del suelo, la chimenea de Josep Pascó (tiene una ligera reminiscencia a la 'Bocca della veritá' de Roma), y la vista en el jardín romántico. ¿Queréis más historia? Aquí es donde vivieron los Casas, y también Santiago Rusiñol.

Un jardín secreto

En vez de ir hacia el jardín por la planta noble, llegamos por la salida trasera, muy cerca de donde exponían los artículos para bebés y niños, a mano izquierda del pasillo de las lámparas. Este es un rincón húmedo tomado por las marquesas, plantas trepadoras y el silencio. A media escalera, se intuye el espacio impoluto de la Sala Vinçon, galería destinada al talento local y emergente que también acogía el hipermerc'art; cuando estás arriba, te deslumbrael estallido rosa de las buganvilias superpuestas sobre el mosaico ocre y azul.

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