Después de ir a ver a una compañera de los viejos tiempos en los que me dedicaba como profesional a destrozar el arte del cine, entré sin tenerlo previsto en The Room Service. Situado en el cruce de Bonanova con Via Augusta –los padres o las filipinas contratadas a precios irrisorios que llevan a los niños a los colegios de la zona alta sufren a diario este embudo-, había leído algunas reseñas dedicadas a The Room Service. La mayoría valoraban la carta y el estilo juvenil, informal y actual del local, y como yo soy juvenil, informal y actual, entré con la intención de beberme un gin-tónic de Seagrams para borrar de mi cabeza el círculo virtuoso de nubarrones que corría por mi cabeza.
No hacía frío y me instalé en la terraza. La verdad es que me encontré a gusto. Y entre preocupación y preocupación, decidí pedir la carta y escoger algo comestible que amortizara los efectos de un gin-tónic bueno. Mi elección fue corta. Un biquini de payés, unas 'arancini' de aires sicilianos y un hummus muy fino. Es probable que el lector esté pensando en la mezcla entre el gin-tónic y el hummus, pero en el momento de cantar los platos escogidos, el gin-tónic ya era historia, y el vino elegido fue un crianza de La Montesa.
Escriben las reseñas que The Room Service es un sitio de moda, y aunque yo sea juvenil, informal y actual, las modas me importan relativamente poco. Para entendernos: me gusta más 'The Newsroom' que 'Breaking bad'. The Room Service está de moda, y para algunos puede tener un toque ligeramente 'pijo'. La frase de la web, “recuperar el sabor de unos pancakes en nuestro Sunday Brunch”, es una declaración de intenciones. 'Pijo' o no, su cocina merece una, dos o tres visitas. Volveré, sabiendo que no voy en peregrinación como cuando he ido a Calldetenes o a Girona, buscando la luz que me libere los sentidos de las tinieblas.
Pero en The Room Service hay platos interesantes y la carta de vinos es bastante buena. ‘Chupa chips' de codorniz, lubina ahumada, cazuela de rape con gnoquis y tomate, tostada de tataki de atún, cebolla y tomate cherry, Parmentier de foie, vieiras con sofrito catalán, tostada de sobrasada picante menorquina, brie y miel trufada, o una hamburguesa, son unos buenos motivos para ir a un local que se define como un restaurante o tapas bar. Que sea juvenil, informal y actual, o perfecto para parejas enamoradas importa poco si la cocina no es buena.