Entre las avenidas sin encanto de la ronda de Sant Pau y el Paral·lel, se encuentra el Jonny Aldana, un bar montado entre un colombiano, una checa-suiza y un catalán. La idea que tenían cuando levantó la persiana por primera vez era de un bar para tomar sólo el aperitivo. De esta primera ilusión, sale una diversidad de aperitivos y vermuts muy animada. Si veis a la clientela con los vasos llenos de una bebida naranja, lo más seguro es que estén bebiendo un spritz, una bebida refrescante y golosa que abre el apetito. Mezclan Aperol (aperitivo italiano), cava, soda, hielo y una rodaja de naranja. El secreto de las medidas sólo lo saben ellos. Otra variedad del spritz en el Jonny es el americano, en el que el Aperol se mezcla con vermut negro y soda.
Los días laborables tienen menú, los domingos por la noche montan el famoso aperitivo italiano y a mediodía sólo sirven fettuccine. Cintas, vaya. De lo que se trata es que cada día sea especial. La abundancia de Le Cucine Mandarosso llega hasta la bodega. Podréis probar bebidas que son difíciles de encontrar fuera de Italia, como el chinotto (una cola con un punto amargo), el Crodino (un aperitivo sin alcohol) y la cedrata, una limonada de un amarillo superlativo muy famosa en Italia. Y también uno de los spritz más finos de la ciudad.
No es un restaurante italiano. No es, tampoco, una trattoria italiana. Es una taberna veneciana y lleva el nombre con el que se conocen estos lugares en la ciudad de los canales, Bacaro. Se puede tomar desde un prosecco hasta una caña, y pasar una de las noches más deliciosas en buena compañía y con una oferta gastronómica excelente y a precios más que razonables. Todo bien regado a base de spritz, claro...
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