Como dice la canción de Ryan Adams, the bar is a beatiful place. Otro cataplasma musical sublime para el corazón roto, un elogio de los codos sobre la barra y al buen tavernero que nos nubla la cruda realidad es Lived in bars de Cat Power. Las dos son canciones que podrían suceder en el Mutis: es un bar cojonudo. Tanto, que esta coctelería ha sido escogida por la revista Drink’s International como el mejor bar de Europa y la décimosexta mejor coctelería del mundo. “Somos la mejor coctelería de la Europa continental, los británicos no se sienten parte de Europa”, puntualiza con sorna Kim Díaz, propietario del Bar Mut –casa del vermut regio– y su extensión coctelera, el Mutis.
La segunda puntualización Díaz la hace más satisfecho: “Este no es un premio técnico por los cócteles, sino a la coctelería, al espacio. Una coctelería es una barra con un barman. Nosotros le hemos dado la vuelta y ha sido valorado”. Porque el Mutis es un bar que no es del todo un bar.
Díaz evita escrupolosamente la definición de bar clandestino. Aunque el Mutis abiró en 2009, justo en la época en que se inauguraba el gusto por mover una tabla de planchar y descubrir una barra de montaditos. “No me gusta nada la definición, somos otro concepto de lugar. Somos más un club privado que un lugar clandestino”, matiza. Añadiremos que está cerca del Bar Mut, y que Drink’s International lo definió como “coger el martillo, destruir las paredes de la cocina para conseguir un espacio abierto y crear nuestro propio bar”.
Yo añadiría que esta impresionante estancia decimonónica podría ser la sala de estar de Sherlock Holmes, si después del chute de morfina le vinieran ganas de juerga y no de resolver misterios.
Volvemos a la dicotomía público y privado: "El problema es que en Barcelona la gente ya habla mal cuando les hablas de 'club privado'. Les da escalofríos, cuando en el resto del mundo es lo contrario ", explica Díaz. Cabe decir que el único requisito para acceder al Mutis es llamar y reservar. El propietario siempre pide a través de qué referencia la han localizado y, si no tienen ninguna, una breve conversación sirve para convencer al afable tabernero que quien habla no es un energúmeno. Sólo quieren gente correcta, "educadamente canalla", dice Díaz. "La educación canallesca", prosigue, "es algo que muchos no entienden. Por eso he privatizado el Mutis ". No significa que busque una clientela "económicamente potente o socialmente famosa. Sólo que sepan comportarse ". Esto no quiere decir que sea un salón de té, ojo.
"La gente bebe y el alcohol altera, y esta alteración puede ser muy divertida, pero también muy desagradable". Pero cuando el invitado sobrepasa la raya de la mala educación, a la calle y borrado de la lista: "Hemos tenido gente de la alta sociedad o intelectuales que no han podido seguir viniendo. Tu posición aquí no es importante. No tenemos en cuenta lo que tienes, sino quién eres". Una manera muy democrática de entender lo privado, vaya. En el Mutis hay música en directo cada noche, "siempre en torno a los instrumentos: bajo, guitarra y batería, soul, funk y versiones", pero nunca electrónica. Y en su carta de cócteles, grueso opúsculo alcohólico, "se combina el cóctel del abuelo con la opinión del nieto", como le gusta decir a Díaz.
Reservas en el teléfono: 93 217 43 38. De ju. a sá. de 21 a 3 h.