Con el paso del tiempo, Guzzo se ha convertido en uno de los puntos más visibles de la plaza Comercial y alrededores. Cuando parecía que esto de los restaurantes-club era cosa de hace años, este elegantísimo espacio ha conseguido dar prestigio a la fórmula demostrando que se puede tomar una copa, cenar y bailar en el mismo lugar sin caer en el aburrimiento.
A Guzzo le sobran etiquetas: bar, vermutería, cafetería, restaurante, coctelería, club y sala de conciertos. Hace gala de un carácter multidisciplinar que atrae a todo tipo de público, desde guiris, hasta parejas, pasando por grupos. Tanta polivalencia en muchos lugares se traduce en poca profundidad en los ofrecimientos y el servicio, pero en este establecimiento han conseguido mantener el mismo nivel en todos los apartados, y eso es lo que ha hecho que se consolide el Born.
Provisto de un interiorismo rabiosamente 'cool', el Guzzo es el típico lugar donde os dejaríais caer para tomar algo y os podríais terminar quedando hasta que bajaran la persiana. Lo ponen fácil cuando aprieta el apetito. Tienen un menú internacional con opciones sanas para todo tipo de papilas. Ensaladas, tataki, cebiches, platos vegetarianos, bravas, woks, guacamole. No quieren ganar la estrella Michelin, pero son platos efectivos, con materia prima decente, bien preparados.
Y también han cuidado el apartado etílico. Disponen de una carta de vinos corta, pero con propuestas de calidad. La colección de referencias de whisky y ron es espectacular. Y en el apartado coctelero, disponen de un amplio catálogo de brebajes, con una buena ejecución correcta de los clásicos y mucha imaginación en las creaciones de la casa. El Bloody Mary tiene un punto exótico y el daiquiri de fresa es una bomba de frescura. Son los acompañamientos líquidos ideales para disfrutar del soul, el jazz y los ritmos latinos que pinchan los DJ cuando llega la noche. Un no parar.