Sólo un animal de los platos como Ben Sims es capaz de romper la máxima que un buen productor no es nunca un buen DJ de sesión. Cuando Sims pisa la cabina, se produce una especie de llamada de la selva que convierte el club en un zoológico. Textura, ritmo y groove lo hacen posible, además de una gran técnica que mezcla house, hip hop y tribal techno.