Hay bares que, aunque no tengan grandes DJ ni cocteleros expertos en mezclas caribeñas o nitrógeno líquido, son importantes, incluso insustituibles. Lugares que, aunque no hagan correr ríos de tinta ni generen noticias, sólo con la conjugación del verbo 'ser' cumplen una misión, incluso una función social. Bares que, como el Bar del Convento de San Agustín -Bar del Convent para los amigos-, merecen líneas en sus efemérides. Y este acaba de celebrar sus primeros cinco años de vida.
Un bar con gárgolas
La fiesta del lustro del Bar del Convent se celebró casi "por generación espontánea", con la participación de los mismos clientes y amigos que la han llenado de contenido cultural y social estos años: Radio Nikosia -la primera emisora realizada por personas con problemas de salud mental- o la asociación Mammaproof son algunos ejemplos. Cinthia Salcini, la gerente del bar desde el principio, corrobora que "quizás no tenemos el mejor servicio o el más rápido, pero lo importante aquí es el ambiente, estar tranquilo y a gusto". Ni que lo diga.
Ubicado dentro del magnífico convento de San Agustí, un edificio gótico del siglo XIV, las paredes de piedra a la vista y las gárgolas son algunos de los elementos decorativos del bar. Vamos, que ni todos los Lázaro Rosa-Violán de este mundo pueden competir contra este interiorismo. Aunque Salcini explica que su magnífica terraza, situada bajo las bóvedas del antiguo claustro, no arrastra masas. "La gente que habitualmente va a las terrazas quiere ver la vida pasar, y aquí ven poco". Ellos se lo pierden. Una única fila de mesas, sin problemas de estrecheces, controla todo un claustro monacal, resguardado del ruido mundano.
Conciertos apañados
En el interior, la oferta pasa por una programación de conciertos regular: ahora son cada jueves, viernes y sábado de 18.30 a 19.30 h. "Ideal para que la gente que sale de trabajar haga una copa, vea un concierto y vuelva a casa". La limitación de volumen no impide que se hayan visto aquí formaciones tan solventes como el dúo de jazz Spoondrift, en una programación densa y cambiante, impropia de un bar de centro cívico (el mes pasado hicieron veinte conciertos). Claro que este no es un bar de centro cívico normal: "Los bares de centro cívico tienen una dotación pública para gestionarlo. Aquí toda la gestión es privada".