Xavier Sabata es uno de los contratenores más poliédricos del panorama internacional. Este catalán de 37 años se inició como actor, y hoy es una de las figuras emergentes del panorama operístico internacional. Ahora presenta en el Palau su celebrado nuevo disco 'Händel. Bad guys'.
A menudo los cantantes interpretan a los grandes héroes. ¿Por qué escoges a los malos?
'Bad guys' nace a partir de una petición del Festival de Halle y es una declaración de intenciones, cómo me siento yo como intérprete en el mundo de la ópera. Como vengo del mundo del teatro me gustan los personajes malos, y además quería que fuera un trabajo muy personal donde se notara mi pasado teatral. Además, estos personajes de Händel tienen una retórica muy concreta y arias maravillosas.
En el Palau te acompañan, como en el disco, la orquesta Il Pomo d'Oro y Riccardo Minasi como director.
Minasi es un virtuoso del violín que hizo que el trabajo fuera muy fácil. En el Palau, además de presentar el disco incorporaré arias de otros personajes de Händel. Pero siempre dejamos lugar a la improvisación, los conciertos son muy diferentes los unos de los otros, como si fueran conciertos de pop.
Este verano tienes muchas actuaciones en Cataluña.
Sí, y me hace especial ilusión el concierto con Núria Rial, con quien inauguramos el Festival de Torroella, y también el que haré en Avià, mi pueblo, donde presentaré un programa nuevo titulado 'I dilettanti', un homenaje a los músicos amateurs del siglo XVIII.
¿Cómo un miembro de El Musical Més Petit acaba actuando en los mejores teatros del mundo?
Ui, me hablas de la prehistoria, han pasado muchos años y la vida da muchas vueltas. Creo que soy muy instintivo y un culo inquieto respecto al material con el que me quiero relacionar culturalmente. Mi familia proviene del mundo coral, yo estudié en el Institut del Teatre y trabajé como actor en el Teatre Lliure, en el Nacional, en series de televisión, también hice la carrera de saxo. Me gusta hacer cosas muy diferentes y todas a la vez. Y en un momento determinado quise descubrir el mundo barroco y la voz me lo permitió. Me siento como una mosaico que si lo miras de cerca no se entiende pero que de lejos tiene sentido.
Has tenido una carrera meteórica.
Sí, muy muy rápida. Tuve la suerte que desde el principio trabajé con directores muy importantes, como Calixto Bieito, con quien he hecho 5 producciones, o con William Christie y Les Arts Florisants, con quien empezamos haciendo una ópera en Lyon en 2004 y al año siguiente vino una gira mundial. Esto me permitió entrar en el mercado francés, que en lo que se refiere a música barroca es el más importante del mundo, hecho que me ayudó a posicionarme y me dio visibilidad mundial.
¿Cómo descubres que eres contratenor?
Después del cambio hormonal descubrí que, a pesar de que cantara como un barítono, cuando me iba a los agudos me salía de forma natural el falsete. La voz de barítono me obligaba a hacer un gran esfuerzo muscular y en cambio la de contratenor no me constaba. Para ser contratenor necesitas tener agilidad de instrumento, un amor por el repertorio barroco, que es muy reducido, y psicológicamente tienes que estar bien, porque hay colegas que dicen "yo canto como contratenor pero soy un hombre". No debe haber esta distancia, tienes que ser consecuente entre lo que haces y lo que eres. Además, la carrera de los contratenores ha cambiado mucho en los últimos 20 años. Antes eran una voz exótica y esto ya era suficiente. Pero ayudaron a la generación posterior a darles credibilidad. Hoy hay muchos contratenores pero con una paleta de colores vocales muy diferentes.