Es uno de los compositores más interesantes que ha dado Cataluña, no sólo por la calidad de su música sino también porque ha sabido traducir en palabras su filosofía y ética ante la música. Autor de cerca de 400 obras, el compositor de 78 años protagoniza un concierto en el que Miguel Simarro y Robert Schröter interpretaran obras suyas para violín y piano.
¿Qué opinión tiene de la música contemporánea?
El problema de la música del siglo XX y XXI es un problema de moral, de ética. Schönberg abrió la veda y la gente se ha aprovechado. Cuando estuve en Darmstadt en 1965 o 1966 se vendría como partitura un papel en blanco, fui tonto por no comprarla. Es lo mismo que sucede con la pintura, le llaman arte conceptual. Pero si la evolución es esto ¡vamos muy mal! Yo no pretendo hacer música como Bach, porque no llegaré nunca, pero otra cosa es tomar el pelo.
¿Pero el público sabe lo suficiente para escoger lo que es bueno y lo que no?
El público no puede tener criterio si le quitan la posibilidad de escuchar. Y si los críticos les dicen que eso es maravilloso, pues nos lo creemos.
¿De quién se siente heredero, con su música?
Mi música es heredera de la gran música centroeuropea; Mahler, Strauss, Schönberg. Pero como músico me interesa la música desde sus inicios escritos, del siglo IX hasta hoy. Pienso que como compositor tengo la obligación de saber qué ha pasado, dónde estamos y hacia dónde vamos.
¿Y hacia dónde vamos?
Estamos en un momento desastroso. El 90% de los intérpretes se mueven por intereses económicos, los organizadores de conciertos también. Estamos mil veces peor que en la postguerra, y lo digo porque lo viví. Entonces había una ilusión, ahora no. A finales de los 60 se hacía el Festival Internacional de Música de Barcelona, donde se estrenaron 90 obras de compositores catalanes y españoles, con monográficos de Benguerel, Montsalvatge, Homs y Soler. ¿Era un milagro? No, era porque el programador, Jordi Roch, tenía interés en la música de aquí, había ganas de "fer país". Ahora esto no pasa. Sokolov vino hace poco a Barcelona y se ofreció a tocar dos o tres piezas de Mompou. Los organizadores le dijeron que Mompou no interesa. Lo tocó en los vises.
¿Cuántas obras ha estrenado?
Aproximadamente un 10%. Y he escrito doce óperas y sólo se ha estrenado una. Si algún día alguien quiere estrenar obras de un servidor, tendrá mucho trabajo.
¿Y no se desanima?
No, lo llevo con paciencia y resignación. Te pones y escribes porque quieres. Yo tengo la obligación de escribir música porque me han dicho que tengo que hacerlo. Cada día me siento en una silla y me pongo a escribir. Me la dictan. Soy un escriba, un copista, y cuando acabo me lo miro y me pregunto: ¿esto lo he escrito yo? A la mayoría de compositores les pasó lo mismo, no sintieron nunca muchas de las obras que escribieron. Lo que no haga ahora no lo haré nunca.
¿Las obras que se tocarán en L'Auditori son estrenos?
'A Matilde' se ha tocado en Suiza y Holanda en su versión para violín y orquesta y la OBC la grabó hace cuatro años gracias a Patrick Alfaya, cuando era gerente de la OBC, que me ofreció la orquesta una semana para que grabáramos lo que quisiéramos. Pero la versión para violín solo creo que no se había tocado nunca. La 'Sonata núm. 2 para violín y piano' es un estreno y el 'Preludio, Fuga y Giga para violín y piano' es del 1979 y es un encargo del Festival de Música de Cadaqués. La estrenó Leon Spierer, que era el primer violín de la Filarmónica de Berlín y veraneaba en Cadaqués.
Se acaban de editar en un disco.
Sí. Fue por iniciativa de Miguel Simarro, violinista de Ávila que da clases en la ESMUC. Escuchó mi música y contactó con Joaquim Garrigosa, el director de L'Auditori, y hemos llegado hasta aquí.