Hilary Swank tenía 25 años cuando rodó 'Boys don't cry'. Era otra cosa. 'Tomboy' también trata de una chica que se hace pasar por un chico. La diferencia es que ésta todavía no ha pasado la pubertad. Pero es cierto que no se han rodado tantas películas sobre este tema. Cuando hablo con Céline Sciamma, su jovencísima directora, no puedo evitar preguntarle al respecto.
¿Tenías en mente la película de Kimberley Pierce?
La verdad es que la he visto un montón de veces, y me encanta. Aunque aquel es un personaje mucho más sexualizado. Aquí hablamos de una niña que está en primaria, y todavía no sabe del todo quien es. De todas formas, debo decir, y ahora te sorprenderé, que le debo mucho al cine americano.
¿Por Boys don't cry?
Y por otras más cómicas, como '¿Víctor o Victoria?' o 'Tootsie'. Y también por el cine de gángsters. Quería crear una sensación de suspense que las recordara.
Lo último que habías rodado antes de 'Tomboy' fue un corto titulado 'Pauline'.
Fue un encargo del Ministerio de Salud y Deporte, inscrito en un proyecto que se llamaba '5 films contra la homofobia'. Tenía un tono más cercano a la propaganda, pero a mí me sigue gustando mucho cómo quedó. Y fue curioso que después de esto 'Tomboy' pasara por la Berlinale y ganara el premio Teddy, que es el premio que da la comunidad LGTB.
Y la historia de 'Tomboy', ¿tiene que ver con la tuya propia?
Cuando era pequeña estaba de moda entre las niñas cortarnos el pelo muy corto, a menudo me confundían con un niño. Pero no, no es mi historia. Era más autobiográfica mi primera película, 'Naissance des pieuvres'. Al menos estaba filmada en mi pueblo.
Corren rumores de que aquella película no se hubiera rodado sin la ayuda de Xavier Beauvois. ¿Es cierto?
En cierto modo, pero no es que yo sea su discípula como han escrito algunos. 'Naissance des pieuvres' fue el primer guión que escribí en toda mi vida, y lo presenté como trabajo final en La Fémis, la escuela de cine de París. Él era presidente del tribunal de evaluación, y me rogó que lo convirtiera en una película. Después de esto no he vuelto a ver nunca más a Xavier.
'Tomboy' se hizo muy rápido.
Ni siquiera tuve tiempo de convocar uno de aquellos castings salvajes que se hacen siempre que alguien quiere trabajar con niños. Como Laurent Cantet en 'Foxfire'. Sólo fui a una agencia de actores buscando una niña en la prepubertad que todavía no estuviera desarrollada, que pudiera hacerse pasar por un niño. Y sonó la flauta.
Te presentaron a Zoé Héran.
Sí. Tenía el pelo muy largo, y se lo tuvimos que cortar, pero el cuerpo era increíble, tan huesuda. Nos entendimos bien. Le dije que necesitábamos más niños, y me trajo a sus amigos, que son los otros actores.
Podría no haberte salido bien. ¿Por qué hiciste la película en tan poco tiempo?
Es una cuestión ética, y la comparto con mucha gente. No es que estemos anunciando otra Nouvelle Vague, pero en los tiempos que corren el cine tiene que ser más eficaz, más 'low cost'. Me identifico mucho con cineastas como Bertrand Bonello.
Él hizo 'Tiresia', un film en el que el personaje principal era un transexual.
Yo pensaba más en una cuestión política, casi ideológica, de cómo tiene que ser el cine. Pero es cierto que trabajamos con los actores de una forma similar. Entre 'L'Apollonide' y esto...
Él trabajaba con mujeres adultas. Tú, con niños.
No es tan diferente. Son niños, y tienes que tenerlo en cuenta. Por eso rodé estas escenas tan improvisadas, como la batalla de agua, el partido de fútbol o la pelea en el lago. Pero una vez tiene confianza, debes olvidar su edad y tratarlos de tu a tu.
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