9 películas con mucho sexo para subir la temperatura

Sexo salvaje en el Japón feudal. Esta es la historia de un hombre y una mujer que se encierran durante días y días en una habitación para entregarse a las prácticas sexuales más excéntricas. Brillante el momento en el que él le mete a ella un huevo duro en la entrepierna y se lo hace expulsar poniéndose en cuclillas, como una gallina. Estrangulaciones, BDSM y esa sensación de aire viciado por el olor genital que queda en el cuarto cuando follas mucho y no ventilas.

Incluso en la más retorcida de sus películas, Cronenberg sabe cómo ponernos a tope. Y 'Crash' no es una excepción. Basada en una novela de J.G. Ballard, solo se puede calificar como un placer adulto de alto voltaje. Esos polvos metálicos sobre la carrocería del coche, esos cuerpos llenos de cicatrices después de los accidentes de tráfico, esa atracción fatal por las heridas y el riesgo. Administradla con precaución. Desde que la vi me excito cada vez que paso por delante de un concesionario.

Todos recordamos a Javier Bardem en esta película, toreando desnudo en un cerro en plena noche, con la luz de la luna blanca cayéndole sobre las nalgas. O lamiéndole los pechos a Penélope Cruz, diciéndole que los pezones le saben a tortilla de patata, a cebolla y a jamón recién cortado. Esa efervescencia erógena que en el cine de Bigas Luna es marca de la casa nos ha proporcionado maravillosas fantasías húmedas. Qué mejor momento para volver a verla.

Si visteis 'Climax' os gustará saber que la anterior película de su director era una porno en 3D. El tema, por cierto, molaba mucho. Por un lado, porque el 3D hacía que esos cuerpos que fornicaban ante nuestros ojos parecieran dos fantasmas ingrávidos suspendidos en una nube translúcida. Por el otro, ahí estaba ese momento estelar en el que un pene erecto eyaculaba su descarga de semen más allá de la pantalla, hacia donde la audiencia pasmada lo recibía con asombro como una bendición.

Olvidaos de esas 'romcoms' tan castas en las que después del coito los personajes se cubren con las sábanas hasta la laringe, por si acaso. Michael Winterbottom firmó una historia de amor de verdad, con escenas de cama y bañera, con bello púbico, órganos genitales, orgasmos, gritos y sudor. En fin, sin concesiones puritanas. La película, por cierto, estaba dividida en nueve momentos, a cada uno de los cuales correspondía una canción, de Franz Ferdinand a Black Rebel Motorcycle.

En 'Hable con ella', Almodóvar filmó un sueño lúbrico un poco surrealista, en blanco y negro y con estética de película muda, inspirado en 'El increíble hombre menguante', de Jack Arnold. Contaba la historia de un hombre que se hacía pequeñito y podía explorar el cuerpo de una mujer dormida, escalar hasta la cima de sus senos, recorrer su ombligo y, finalmente, meterse entre los pliegues de su vagina, como quien descorre una cortina y pasa a la habitación contigua.

En en estos felices tiempos que vivimos, de relaciones abiertas y poliamor, conviene recordar esta obra de culto de Bertrand Blier, una 'road movie' nudista y carnal que generó mucha controversia en su día. Ahí estaban Gérard Depardieu (en sus años mozos de joven musculoso), Patrick Dewaere como su compinche y grandes actrices como Miou-Miou e Isabelle Huppert, que entonces apenas tenían 20 años y eran completas desconocidas. Todos se entregaban a sus impulsos más primarios.

Un domingo cualquiera, apoyado en una de las paredes de la Factory, frente al mítico sofá rojo, el actor DeVeren Bookwalter dejó que Andy Warhol filmara en primer plano su cara descompuesta de placer mientras alguien, amorrado a su entrepierna, le hacía una mamada. Y así surgió 'Blow job', una obra referencia del arte underground transgresor de los años 60. Por cierto, la identidad del que chupaba no está clara. Warhol dice en sus memorias que cuatro hombres distintos fueron haciendo turnos para completar el trabajo.

Fue la peli de moda hace cinco años. Tanto que poco después de su estreno empezamos a ver por la calle montones de chicas con el pelo teñido de azul. Y no era para menos. En nuestras cabezas todavía suena la canción de Lykke Li 'I follow rivers' y en nuestros corazones late la imagen de Adèle comiendo espaguetis con la boca manchada de salsa de tomate y vino. Y recordamos también las escenas más tórridas, donde las dos protagonistas se amaban con esa intensidad húmeda de la pasión juvenil.