Terminan las fiestas y en los hogares se agolpan un puñado de objetos y residuos que recuerdan que la Navidad ha dado mucho de sí. Quien más quien menos ha renovado armarios, juguetes y cocinas gracias a los regalos que han traído los Reyes y Papá Noel y se encuentra, cuando llega enero, con un montón de electrodomésticos, objetos viejos, juegos y ropa que ya no necesita, además de las clásicas luces de Navidad estropeadas, pilas, decoración navideña que ya no se reaprovechará y mucho más. Aunque es habitual que mucha gente acabe dejando en la calle todos estos restos de la Navidad, y que a menudo, llegado enero, los encontremos junto al contenedor gris a la manera de un inquietante escenario postapocalíptico, la mayoría de estos objetos que nos recuerdan que la fiesta ha terminado tienen un lugar en los puntos limpios.
Barcelona cuenta con una extensa red metropolitana de puntos limpios, que se puede consultar en la web de la Agència de Residus de Catalunya, que reciben y almacenan de forma selectiva todo tipo de residuos y productos para que puedan volver a ser utilizados, sea a través de reparaciones o mediante un proceso de reciclaje que permita recuperar y reutilizar los materiales que los componen. Hay tres tipos de puntos limpios en la ciudad: fijos, móviles (vehículos de recogida itinerante según un calendario) y mini puntos limpios (los llamados puntos verdes de barrio), para que toda la ciudadanía tenga al alcance un lugar donde poder reciclar con facilidad todo lo que no tiene cabida en los distintos contenedores. Si visitáis el punto limpio después de las fiestas, debéis tener en cuenta todos estos aspectos.