Desde un punto de vista ambiental, y como dice la Agència de Residus de Catalunya, el mejor residuo siempre es aquel que no se genera. Por eso, lo mejor que podemos hacer tanto durante Navidad como el resto del año es, simplemente, minimizar la cantidad de residuos que generamos en nuestro día a día, tanto a la hora de escoger los productos que compramos como los materiales con los que están hechos, los embalajes, de dónde provienen, los comercios donde los adquirimos...
Esto no quiere decir que tengamos que renunciar a los placeres de regalar y de que nos regalen, de cocinar para nosotros y para los nuestros ni a ningún otro lujo hedonista típico de estas fechas en las que parece que, por fin, todo está permitido. La realidad es que si dedicamos solo unos minutos a planificar y diseñar bien pequeños gestos cotidianos que, juntos, pueden cambiarlo todo contribuiremos a reducir residuos y luchar contra el desperdicio en nuestro día a día. ¿Y si aprovechamos la Navidad para cambiar el chip medioambiental y lo dejamos instalado ya durante el resto del año? ¡Os explicamos 5 formas de hacerlo!