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La industria del porno es uno de los templos de la falocracia más deleznables, una industria grosera y machista, en la que la vagina representa poco más que el agujero de una muñeca hinchable donde el hombre descarga semen para que los testículos le dejen de apretar. Sobre todo desde que se convirtió en uno de los mercados que más dinero mueven en internet, la tendencia general es cada vez más denigrante. Y por esa razón, la cineasta Erika Lust ha anunciado que destinará 250.000 euros a financiar los proyectos de mujeres de todo el mundo que quieran hacer cine adulto desde una perspectiva femenina.
Nacida en Suecia y residente en Barcelona desde el 2004, Erika Lust dirige la productora Lust Films, situada en un principal majestuoso del paseo Picasso, donde trabajan 15 personas que echan humo por las orejas. "Aquí no hablamos de penes agrandados ni de abuelas con tetas gigantes ni de esas cosas feas que se ven cuando navegas por la red, en las ventanas emergentes", dice. Feminista militante, realizadora de cine adulto independiente, Erika se metió en el mundo del porno para reivindicar la libido de la mujer. Como usuaria, no econtraba nada que le resultara morboso.
El punto caliente de su carrera llegó con un proyecto interactivo que dio a conocer bajo el título de 'XConfessions'. Es un portal en el que recoge las fantasías húmedas de sus seguidores y sus seguidoras, que van dejando relatos eróticos firmados bajo seudónimo. Una vez al mes, Erika elige dos historias y luego las convierte en unos cortos de lo más picantes. Desde que empezó, realiza unas 26 piezas al año, una cada dos semanas. Ha rodado en lugares tan diversos como el escenario de Razzmatazz, un aeroclub del Empordà y el bar Paradiso del Born. Muchas de estas piezas se pasaron a finales de junio en la Filmoteca de Catalunya.
Hacía tiempo que tenía ganas de abrir las puertas de su casa a otras mujeres, buscar una formación de aliadas que también quisieran aportar su granito de arena. A tal fin, en el presupuesto de la productora del próximo año guardará una suma significativa para subvencionar proyectos ajenos, provenientes de todos los continentes. Quiere que sean propuestas imaginativas, que trabajen la estética y la narración y, sobre todo, que no estén pensadas sólo para que a un hombre se le levante el miembro. "Son personas, no máquinas sexuales", es su lema.